Opinión

Alejandro Molina Bortoni

Experto en psicología y desarrollo humano que trabajó con la Selección Mexicana durante el proceso de Ricardo La Volpe. Molina llevará los lectores todo lo relacionado a la psicología y el deporte.

¿Cambiar al técnico es más de lo mismo?

2019-04-04 | Alejandro Molina
ALEJANDRO MOLINA
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Si cambiar al técnico fuera la solución a los malos resultados, esto sería claramente observable. Sin embargo, no es la constante que se da en los equipos.

Ya en esta columna había comentado el hecho de que, si los técnicos quieren llegar a cambiar todo y no utilizan los recursos de la institución, se desaprovechan las fortalezas que el equipo ya tiene. Sin embargo, el camino opuesto es traer a un técnico y que el sistema tampoco cambie.

Hay expertos analizando todos los días los deportes y dando sus puntos de vista. Si el cambio de técnico se diera como una solución sistémica, el equipo tendría muchas más posibilidades de reinventarse, es decir, que cada quien en su trinchera debería preguntarse qué tienen que hacer diferente para que los resultados mejoren.

Así es en la familia y en cualquier grupo humano con un objetivo en común. En el mundo de la terapia sistémica, que estudia las posibilidades de cambio involucrando a todos los miembros del sistema, se plantea cómo a veces el problema lo crea la solución. Es decir, pueden seguir cambiando técnicos, perpetuando el problema que no radica allí.

Si ya tuvieron recientemente varios técnicos y no logran darle vuelta a la situación, pues descarten que el liderazgo a ese nivel es lo que está fallando. Reconozco que puede parecer una reflexión muy simple y obvia, pero en la realidad, las soluciones sistémicas son más complejas y profundas. Los profesionales, por supuesto, dirán que lo invertido en la nómina es la clave y sin duda tendrá mucho que ver.

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Los invito a observarlo desde el funcionamiento de una organización humana. A continuación, enlisto algunos factores que tienen influencia en el sistema: el grado de conexión y alineación que tengan todos los que la conforman; la capacidad de renovarse y actualizarse; la disposición a cambiar y probar nuevas alternativas; la posibilidad de incrementar la responsabilidad personal en función de un propósito claro y la madurez que tenga el equipo para realizar autocríticas y se pueda retroalimentar.

Los equipos que no se gestionan, es decir, que no se observan a sí mismos en todos estos aspectos, aprenden a vivir con sus disfunciones. Lo que se requiere a esos niveles es cambiar los patrones con los que se ha querido lograr el éxito y han fracasado. A esto se le conoce como un cambio de cultura. Invito a los equipos a observarse más a fondo, no sólo en la cancha.

Estimados lectores, esto no es exclusivo del futbol. En nuestros equipos busquemos soluciones sistémicas, no culpables, exploremos los patrones disfuncionales que afectan el resultado y dialoguemos para crear nuevas formas de colaborar y lograr los resultados esperados.

“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”.

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