Opinión

Luis García

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Pumas y Real Madrid: Estirpe

2022-04-19 | LUIS GARCÍA
LUIS GARCÍA
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Espero ser lo suficientemente claro y juicioso para explicar mi pensar y sentir sobre estos dos clubes, que sin duda están sumamente separados en cuanto a alcurnia y jerarquía, pero que ambos llevan unas semanas recordándonos lo esencial que resulta aferrarse a su linaje.

Voy de menos a más, empiezo por los Pumas, mis amados Pumas, que llevan un rato maximizando sus virtudes y habilidades deportivas, es cierto que cuentan con un halo de protección, pero han manifestado ser incansables.

Pase lo que pase, se rebelan, normalmente para bien, están ávidos de mostrar que su discreto plantel es capaz de gestar hazañas impensadas, y lo hacen de forma frecuente.

Contra Cruz Azul, que cuenta con mejor y más materia prima, volvieron a conquistarlos, es verdad que ya los traen de hijos, pero cada oportunidad que se les presenta para mostrar que son mejores que los de La Noria, no la desperdician y les gritan a la cara sin el menor rubor que los dominan, siempre abrazados al sufrimiento, a una histórica mística que llevaba algún tiempo aletargada, olvidada.

Pues bien, hoy funciona como su mejor escudo, es su arma más peligrosa, atienden a una excéntrica garra que los hace imbatibles, y cuando les toca sucumbir, el rival termina exhausto, sin un ápice de energía, a todos sus oponentes los llevan al límite.

Ante el Monterrey se volvió a presentar ese disparejo duelo, una brutal nómina regiomontana, que aparte venía con una salud ascendente.

Los Rayados llegaron a Ciudad Universitaria como favoritos, concepto que los universitarios les enloquece, lo aman, que se les coloque como los desvalidos les encanta, lo disfrutan, y desde ese sitio comienzan a labrar sus gestas, su ferocidad se hace patente cada jugada, y terminan por asfixiar al que supuestamente era el privilegiado.

El festejo del segundo gol en donde todos saltan de la banca como si hubieran ganado la Copa del Mundo es el fiel reflejo de su abrazadora casta.

Tú, Andrés Lillini, has realizado una chamba inverosímil, magnífica, desde la inteligencia, la sobriedad y el trabajo diario, has encauzado a una serie de disímiles voluntades en el mismo sentido, son un monolítico ejército que les vale un carajo quién es el de enfrente, aunque entre más grande les viene mejor, la caída del contrincante es más estruendosa, y los tuyos lo disfrutan.

Llevan poco menos de la mitad de los puntos conseguidos en la Liga, pero aun así las sensaciones que generan hacia dentro, hacia afuera, y hacia cualquier sitio, es que son temibles, y la neta lo son.

Vamos con el Real Madrid, un ejemplo similar de lo arriba escrito, elevado a otra dimensión, se la aplicaron al Chelsea, con excesivo padecimiento, pero al final hicieron que la proeza luciera aún mayor en todos los sentidos.

Y después se presentaron en el Ramón Sánchez-Pizjuán ante el severo y riguroso Sevilla, una entidad que pelea con honorabilidad y gallardía, primer tiempo todo en favor de los del barrio de Nervión, dos a cero sin despeinarse siquiera, todos los futbolistas del Sevilla lucían, los de atrás, los de medio y los de adelante, una orquesta perfecta, armónica y linda a la vez.

Se vino el segundo tiempo, se vino la noche, empezó la locomotora blanca a acelerar, tu entrada Rodrygo fue el inicio del fin para los sevillanos, tanto que hiciste el primer gol, y de ahí se vino en cascada una cátedra de como machacar al rival.

Una vez en marcha la maquinaria de la Casa Blanca, resulta imposible pararla, te aplasta sin clemencia, te atropella una y 100 veces, te acorrala sin pudor, de manera casi obscena, y adiós, no hay vuelta, el Madrid gana.

En ocasiones resulta imposible intentar explicar o entender el cómo lo hacen, y el por qué lo hacen así, sencillamente sucede, es un vendaval que cuando pretendes resguardarte ya te desquició.

Resultó angustiante observar como los jugadores del Sevilla se hablaban, se reclamaban, se vociferaban, se manoteaban, esperando recomponer la situación, no había chance, estaban condenados, los jugadores del Real Madrid habían identificado a la presa y no la dejarían escapar.

Insisto, guardando las groseras distancias entre los Pumas y el Real Madrid, qué joya es presenciar su raza.

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