Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Luis Quintana y Nick Foles, intérpretes

2018-02-06 | Luis García
LUIS GARCíA
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Sin duda son dos personajes totalmente dispares en todos los aspectos, pero el domingo ambos me sacudieron los sentidos de manera profunda.

Empiezo contigo, Luis Quintana, el partido que ofreciste en Ciudad Universitaria ante Tigres fue redondo, fue magistral, diste una cátedra de cómo se defiende. Con y sin la pelota estuviste impecable, aunque por naturales razones pasaste más tiempo en cuestiones defensivas. Realizaste coberturas a izquierda y a la derecha con impoluta precisión, te la pasaste achicando la cancha, caminando hacia adelante con temple y tiempo, tópico de lo más espinoso para cualquier defensor. Por cuestiones de supervivencia, los que juegan en la última línea buscan refugiarse corriendo hacia su propia portería, bueno, tú haces lo contrario, tú buscas estar cercano a tus mediocampistas haciendo que tu equipo juegue en cuarenta metros, es decir, sumamente compacto.

Para sobresalir en un deporte colectivo como el futbol, las pequeñas sociedades que se establecen en las diversas zonas de la cancha son esenciales. Tú has montado una sublime con el español Alejandro Arribas, al igual que tú, es un gladiador que asume riesgos, van al frente, no se cansan de achicar la cancha y buscar anticipar. Guardando distancias, en mi época en los Pumas tuve a dos genios de esa posición, una mayúscula dupla, Claudio Suárez y Juan de Dios Ramírez Perales: dos kamikazes que jugaban prácticamente sobre la raya de la media cancha, en el entendido que detrás tenían al líbero arquero, Jorge Campos, que achicaba con ellos a los rivales soplándoles la espalda.

No es que pretenda compararlos, pero en cuestión conceptual parece que tú, Luis, y tu compadre el español, la tienen igual de clara que aquella añeja pareja de grandes centrales universitarios, el éxito está en achicar, achicar y achicar el campo. No puedo obviar que el retorno de tu cuate Luis Fuentes como lateral izquierdo ha sido otro medular factor en la mejora defensiva de ustedes.

También hay que reconocer que tu entrenador, David Patiño, sabe perfectamente que eso de defender en campo abierto no lo hace nadie, y que es un suicidio, estableció una mejor y más sensata plataforma defensiva en lo general, en la cual nadie queda exhibido ni expuesto como sucedió con varios defensores, tú incluido, en el pasado reciente.

Otra de las virtudes que destaco de tu manera de expresar el juego es tu valentía, porque ni Marcelo Díaz ni David Cabrera son especialistas en la recuperación del balón, ellos son, más bien, artistas que hacen magia, pero que no son tan dúctiles en el robo de la misma, por ello tiene más mérito la osadía con la que buscas estar muy pegado a ellos.

Otra nota alta es que juegas a perfil cambiado, eres el central por izquierda siendo pierna derecha, no es tan sencillo jugar así, siempre será más cómodo y menos peliagudo transitar por el perfil natural, cosa que no te toca. Si bien hace tres días acabas de cumplir 26 años, ya no eres un mozalbete, tampoco es que tengas miles de partidos en tu espalda en la Primera División, estás en etapa de aprendizaje, tardía por tu edad, pero aprendizaje al fin. Situación que a la distancia parece no te será un impedimento para constituirte en un fabuloso defensor central, tienes técnica, eres fuerte y medianamente rápido, posees buen juego aéreo, eres osado, tienes una gran lectura de juego en la cancha y te están abasteciendo de salubres argumentos y compañeros a tu alrededor para que tu ascenso siga siendo sólido, gradual y palpable en el equipo.

Mi otro héroe del fin de semana fuiste tú, Nick Foles. Más allá de la incapacidad de algunos de creer que el futbol americano les pertenece y que nadie puede opinar del juego más que ese oxidado círculo rojo en donde se dicen únicos dueños de lo que se puede decir y pensar sobre este fascinante deporte. Esa retrógrada mentalidad me transporta a mis años en Pumas cuando nos topábamos con los Cóndores en Ciudad Universitaria y nos gritaban de todo porque jugábamos futbol y supuestamente les quitábamos espacio y atención. Bueno, el domingo la NFL volvió a dar muestras de su magnificencia como deporte, de su paridad, de su locura, de su excelencia, de lo sensacional que es como juego, faltando tres segundos en el reloj había real posibilidad de un empate, una cosa de maniáticos sin duda alguna. Y dentro de ese desenfreno global que nos hizo vivir, apareciste tú, Nick Foles, decir que de la nada sería un insulto, y ya me llevé varios en la linda selva que son las redes sociales por hablar de la NFL.

No le sobra nada a esta Liga, nada, camina con garbo en la cornisa de la perfección y, por si fuera poco, cuando menos se espera y por donde menos se espera, surgen superhombres. Y esta vez te tocó serlo a ti Nick, con esa desgarbada pinta, con tu media sonrisa, con esa desconcertante sobriedad, de ser un segundón, en el máximo escenario que es el Super Bowl LII pasaste a ser el guapo de la película.

No pretendo meterme en cuestiones estratégicas ni tácticas del juego, tengo clara mi invalidez, pero lo que sí aplaudo y grito es la habilidad del deporte para crear fascinantes y ruidosas historias de éxito que buscarán ser emuladas. Me quedo con tu declaración previa al SB-LII: “Quiero hacer un partido del cual mi esposa e hija se sientan orgullosas”. Vaya paradoja, lo lograste con todos los que vimos el juego, conocedores, villamelones, y todo mundo. Gracias, Nick, gracias, Luis, nos hicieron vibrar sin reparo. 

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