Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Silla universitaria: polvorín

2019-01-29 | Luis García
LUIS GARCíA
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A diferencia de la mayoría de las organizaciones deportivas, por no decir todas, la Universidad Nacional es una entidad que vive entrelazada de sonoros intereses sociales, políticos y económicos que la convierten en un espinoso paraje para su gestión.

Si bien el equipo de futbol posee independencia en su administración, la realidad es que no es total debido a la brutal resonancia que la Máxima Casa de Estudios de la nación tiene tanto nacional como internacionalmente. Cuando el club va bien todos opinan, y cuando va mal todos opinan, la Universidad Nacional cuenta con próceres en diversos escaños, honorables entes que se saben doctos y que no les importa un comino vociferar sobre cómo deberían hacerse las cosas en lo deportivo, aunque ése no sea su campo de experiencia.

Es un circo de muchas pistas en el que resulta imposible quedar bien con todos, máxime cuando la situación es empedrada y las cosas están torcidas. Las resoluciones que se toman deben ser expeditas, ayer volvieron a tomar otra, prescindieron de ti, David Patiño, y te colocaron a ti, Bruno Marioni, en un banquillo que tristemente está abaratado.

Hace tiempo en ese trono deportivo universitario se sentaban personajes de alta envergadura, el acceso a ese sitio era como un indescifrable laberinto, las credenciales que debías tener eran una mezcla de exitosa carrera, maestría, doctorado y algunas cositas más en el tema de la gestión deportiva. Me puse a revisar la historia de los Pumas en cuanto a los entrenadores de antaño, y me dieron escalofríos por la grandeza de los seres del pasado y lo enclenque de la actualidad.

En la lista están nombres y apellidos del abolengo de Octavio Vial, Carlitos Peters, Renato Cesarini, Arpad Fekete, Jorge Marik, Ángel Papadopulos, Bora Milutinovic, Mario Velarde, Miguel Mejía Barón, Hugo Sánchez, Ricardo Ferretti, Guillermo Vázquez y David Patiño, unos mejores que otros, pero todos con abolengo, recorrido y credenciales como entrenadores, no sólo como futbolistas.

Seguimos de necios suponiendo que el ser un notable jugador de futbol automáticamente y, por arte de magia, te convierte en un gran entrenador, maldita mentira que varios llevan predicando y creyendo por incontables años. El puesto de director técnico de cualquier club debería tener una serie de severos requisitos, que si no se cumplen en su mayoría, quienes aspiran al escaño no deberían ni oler la posición, y haber sido buen futbolista profesional es un buen requisito, pero no el más concluyente, aunque entiendo que para otros es la Biblia.

Y para ser entrenador de la Universidad Nacional esos requisitos deben ser aún más complejos y exigentes que los de cualquier otro club de futbol en nuestro país, claramente mi aseveración es incorrecta, por que tú, Bruno Marioni, eres el nuevo entrenador del equipo.

Revisando tus números como jefe de vestidor no se entiende cómo pudiste haber sido elegido, cómo siquiera podrías estar entre los candidatos, más que por esas habilidades de relaciones públicas tras bambalinas con personas clave en las decisiones, que penosamente en épocas modernas resultan más relevantes que la capacidad en la profesión, capacidad que tú hasta el momento no has exhibido ni cerca.

Entiendo perfectamente que eres el menos culpable de que te hayan regalado el banquillo universitario; en un mundo ideal cuando alguien no cuenta con las papeletas para ejercer un puesto debería decir que no lo asume, pero estamos sumamente alejados de esa utopía.

El puesto de director técnico conlleva una serie de responsabilidades que son las de un director general de cualquier empresa, no sólo se debe saber de la cancha, sin duda ser un buen docente ayuda, pero las demandas en otros sitios de la dirección son igual de esenciales para el éxito, y si bien en otras áreas puedes hacerte de especialistas, si tú no cuentas con una profunda, larga y adecuada preparación, más temprano que tarde quedarás expuesto como le ha sucedido a varios.

Otro de los temas que están lastimando a la Universidad Nacional es la constante rotación en la demarcación del entrenador, un dirigente debe estar atento a las necesidades, peticiones y reclamos de su afición, pero la tribuna no puede marcar la agenda presidencial, eso a larga les explotará en la cara y manos.

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En décadas pasadas, y las comparaciones suelen disgustar y ser odiosas, pero también fungen como pulcras referencias, los procesos de los entrenadores duraban como mínimo tres años, no importaba si se era campeón o último lugar, los proyectos se establecían y se defendían a carta cabal. Se planeaba atendiendo el pasado, el presente y el futuro, y cada etapa de la ecuación llevaba su tiempo de maduración.

Después de pasar varios filtros de análisis se designaba a un hombre el cual estaría al frente del primer equipo el tiempo suficiente para gestar un proyecto, él sabía que no lo cortarían en un lapso definido y estudiado, y también después de un concienzudo análisis, al jefe le colocaban a su segundo que sería su reemplazo, ambos lo sabían por lo que la chamba, comunicación e interacción era limpia y clara, no había dobles discursos, ni baratas retóricas.

No estoy diciendo que las épocas pasadas eran mejores, máxime porque no creo en el absolutismo, creo que el pasado tiene sitios de ayuda, y también tiene lugares que entorpecen. Pero la sensatez no es privativa de ninguna época, esa es necesaria siempre, y aquí no prevaleció.

Una de las figuras que por natura surge sin pretenderlo, máxime cuando Pumas se anda uno ahogando en aguas turbias, es la del rector, no se puede obviar lo medular de su investidura, y lo importante de su apoyo y favor.

Pero supongo que en tu orden del día Enrique Graue, existen cosas mucho más importantes que elegir al entrenador del club, para esa diligencia existen entes más empapados para la elección, aunque después de escuchar tus declaraciones Bruno Marioni, en donde agradeces al rector, por un lado confirmas que haces muy bien tus relaciones públicas, y segundo, que yo no sé nada de agendas y prioridades.

El futuro inmediato y mediato de la Universidad Nacional luce tétrico, y ni con una mediana bomba mediática como tú, Bruno Marioni, van a lograr solventar la grosera zanja universitaria

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