Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Selección Azteca

2018-03-23 | Luis García
LUIS GARCíA
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Aproximación
Estamos en plena recta final para la Copa del Mundo en Rusia y, por obvias razones, todos los directa o indirectamente involucrados estamos en un tono festivo, máxime que los mexicanos tenemos una fabulosa y, a la vez, extraña capacidad de reinvención y de creer que siempre vendrán tiempos mejores, como versa la pintoresca canción de mi comadre Yuri.

La gran necesidad de sentirnos exitosos nos lleva a poner en la espalda y alma de 23 futbolistas, nuestra esperanza de felicidad, aspecto que considero erróneo en todo sentido.

El Mundial resulta un buen pretexto para exacerbar esa bestia patriotera que algunos llevan guardada, cosa que tampoco comparto.

Soy orgullosamente mexicano, amo a mi país, nunca viviría lejos de mi patria, pero no soy de los que se envuelve en la bandera para argumentar mi sentir ni pensar, aun así respeto a quienes utilizan esa difusa carretera.

No voy a obviar, sería un necio, las desbordadas emociones que provoca la Selección Nacional en la previa de un evento de tan mayúscula envergadura, cada uno de los integrantes de la misma son considerados héroes, deidades que con sus superpoderes traerán alegría y como nación harán que se roce el cielo, condición que rápidamente es degradada cuando la verde cofradía queda eliminada.

Cruentas historias que vivimos cada cuatro años desde hace muchos, pero muchos años. Es como desempolvar un viejo cuento que nos contaron de niños, en el que sabemos el final, pero aun así disfrutamos sin reparo alguno el trámite del mismo, y me parece natural y obligado hacerlo así.

La actual agrupación mexicana tiene a su favor una gran experiencia, existen futbolistas que en Rusia jugarán su tercer, e incluso hasta su cuarto mundial, la costra que han desarrollado durante mucho tiempo será un buen escudo ante las vicisitudes que se encontrarán en su andar.

Difícilmente serán sorprendidos, ya saben de qué va el juego, cuáles son las espinas con las que se toparán, saben caminar por la cornisa, no digo que estarán ajenos a las volátiles palpitaciones que surgirán, pero las van a controlar con mayor aplomo.

A la distancia percibo un grupo adulto, maduro, emocionado por lo que viene, pero sereno, esperando al toro, pero sin el ansia de un debutante. Tú, Juan Carlos Osorio, has tenido mucho que ver en ello, le has generado certidumbre a los tuyos, las convocatorias son prácticamente las mismas, no existen dobles discursos, las reglas están claramente establecidas y todos las observan sin rumiar, las mentadas rotaciones ya las hicieron parte de su metodología, las adoptaron, el entorno las cuestiona, los jugadores en lo absoluto.

Por otro lado, este grupo en varias ocasiones nos ha exhibido su techo, sobre todo ante grandes oponentes, todos en nuestra chamba tenemos un nivel de incompetencia, todos sin excepción, y esta agrupación también lo tiene.

No han logrado traspasar esa línea, se mantienen en una grata franja, nada despreciable, pero no han salido de ella y este será su último turno en la caja de bateo.

Romper esa línea imaginaria o capota no es cuestión de voluntad, es cuestión de calidad, nos son las ganas las que le darán vuelta a la leyenda, la tan sobada muletilla de échenle ganas dura un suspiro, no más.

Pretensiones de jugar y trascender tienen las 32 selecciones involucradas, son las habilidades individuales y colectivas las que definen los combates, y en este rubro seguimos estando del costado de los plebeyos. Voy por mi quinto mundial como comunicador, y estoy sumamente emocionado por la próxima fiesta rusa, me resulta complejo apaciguar el hormigueo que siento por la justa venidera, así como por observar a este añejo grupo de futbolistas mexicanos saltar al campo de batalla y ponernos de cabeza. La pelota está ansiosa por rodar y picar, y millones compartimos esa deliciosa ansiedad.

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