Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

San Sebastián, paraíso

2019-02-05 | Luis García
LUIS GARCíA
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Hace algunas semanas me vinculé con la Liga Santander de España para realizar un programa digital semanal que por el momento sólo se puede ver en Estados Unidos y Canadá, y por esta relación laboral me invitaron un par de fines de semana a España, sitio que me fascina en todos los sentidos.

La invitación consta de ir a dos partidos de la ibérica competición, el sábado pasado al Derbi Vasco entre la Real Sociedad y el Athletic Club de Bilbao, y el próximo sábado el derbi madrileño entre mi amado Atlético de Madrid y los acérrimos rivales, los de la Casa Blanca.

Desde que jugué en la Real hace más de dos décadas, fue la segunda ocasión que regresé a San Sebastián, la primera fue hace meses después de la Copa del Mundo en Rusia. Siempre que regreso a un lugar en donde estuve jugando a la pelota suelo inquietarme en demasía, máxime cuando es fuera de mi país.

El sábado al mediodía tomamos el avión rumbo al pintoresco país vasco; tomamos porque viene conmigo mi amigo y socio Rodrigo Macías, una rémora que me acompaña a todas partes. Volamos en una avión de hélices; confieso que volar no es de mis actividades favoritas, suelo padecer los trayectos, aunque no se mueva un ápice la aeronave.

Pues bien, cuando íbamos a aterrizar el avión se movió como papalote, el capitán de apellido García, ya nos había anticipado que las condiciones climáticas eran bravas, que el viento del norte haría que la bajada fuera movida, se quedó corto, nunca había sentido tanto miedo en mi vida. A escasos metros del aterrizaje eran tales las sacudidas que las verdes y tupidas montañas aparecían y desaparecían de las ventanillas, la señora de mi lado sacó la bolsa de mareo, en el asiento de atrás venía una familia italiana que profirió múltiples insultos, el más sonoro fue 'vaffanculo'. Me sentía en una película.

Aterrizamos y es la primera ocasión que me uno a la deleznable práctica de aplaudir cuando un avión toca tierra, las piernas y los brazos me pesaban toneladas. Tardé un largo rato en reponerme, tanto que en el taxi de ida al hotel no emití sonido alguno. Me bañé y me saqué el miedo, y nos fuimos caminando al hermoso estadio.

Llegamos a las inmediaciones de Anoeta, percibí una calma que me sorprendió, pocos aficionados rivales, por lo que la euforia era contenida, en la entrada nos unimos a la otra parte del equipo de La Liga Santander, el buen Adrián, jefe de la delegación, así como Rafa 'Tucán', y Alejandro, también arribó Carolina, parte de Azteca Deportes.

Se me acercó uno de los delegados de la Real Sociedad y me dijo que se acordaba de hace algunos años cuando Carlos Vela en la zona de medios se paró en seco para hablar conmigo afuera de los vestidores del Vicente Calderón, se acordaba de la situación porque Carlos no hablaba con nadie. Pasamos a la cancha, con la novedad que la pista olímpica ya no existe, y la grada detrás de una de las porterías está en construcción. Mi emoción empezó a incrementarse, a veces reprimo mi sentir; ahora me resultó imposible hacerlo.

Saltaron los jugadores a calentar a la cancha, y del lado del Bilbao divisé a un par de excompañeros, primero saludé y abracé a Andoni Imaz, con quien jugué en la Real, ahora es delegado del Bilbao, siempre fue un tipo culto, leído, pensante y sensible. Me dijo que usaba una frase que alguna vez le tiré; obvio, no es mía, es de Napoleón Bonaparte, sobre que la grandeza se mide de la cabeza al cielo, y se acordó también que le comenté que dormía con unos calcetines que me había regalado mi abuela, le confesé que sigo durmiendo con calcetines, obvio no ésos.

Después saludé con mucho gusto y cariño a Patxi Ferreira, con él compartí vestidor en el Atlético de Madrid, saleroso personaje que jugaba de defensor central y que ahora es el auxiliar de Gaizka Garitano, entrenador del Athletic Club.

Por ahí apareció Imanol Ibarrondo, psicólogo de la Real y que estuvo trabajando con la Selección Nacional. Muy afablemente se acercó a saludar, pero enfiló directamente hacia mi socio Rodrigo Macías pensando que era yo, es decir, no tenía ni puñetera idea quién era, rectificó y nos quedamos un rato charlando. Reconoció ampliamente la categoría, ética y conocimiento de Juan Carlos Osorio, y me preguntó sobre la opinión en general de la llegada de Gerardo Martino.

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Nos dieron unos asientos en platea para observar el juego, fue un lindo cruce, con mucho frío y viento, lo disfrutamos y lo sufrimos por el clima, al medio tiempo me subieron al palco presidencial para conocer al presidente de la Real Sociedad, el gran empresario y dirigente Jokin Aperribay, quien me entregó la playera con mi nombre y el número '10'. Tuvimos una corta y amena charla sobre los mexicanos del club, se expresó de maravilla de Carlos Vela, y de manera respetuosa de Héctor Moreno. En el palco tuve el honor de saludar y pedirles una foto a dos leyendas del Athletic Club como José Ángel Iribar y Javier Clemente.

Terminado el juego salimos rumbo a un restaurante a cerrar la jornada con unos típicos pintxos vascos. El frío arreció, y mientras caminaba intentaba procesar las emociones vividas.

Las expectativas que tenía al ingresar después de muchos años, casi 25, a Anoeta, eran muchas, pues bien, fueron superadas en todas las aristas, me sentí sumamente afortunado del ayer y del hoy, y de nuevo gracias a la pelota.

Al otro día y cuando íbamos a abordar de nuevo el mentado avión de hélices, me topé con el árbitro que pitó el derbi vasco, el poderoso Antonio Mateu Lahoz, quien también pitará la Semifinal de Ida de la Copa del Rey entre el Madrid y el Barcelona. Platicamos un poco de arbitraje y sobre el mentado VAR, y me dijo que él les pide a los del cuchitril que por más que tengan el monitor para revisar que nunca dejen de ver el partido en directo para sensibilizar lo que está sucediendo en el partido, y lo que me terminó por sorprender es que durante todo el vuelo de regreso a Madrid en su computadora estuvo analizando el juego que había pitado, un genio el nazareno.

Aterrizamos sin tanta turbulencia y susto que en la ida, y salí pitando rumbo a mi hotel, ya que mi doña la japonesa 'Roska' Pérez, y mi hijo Mariano llegaron de México, y tengo unas ganas inmensas de disfrutar con ambos varios días acá en España.

La jornada empezó bien, muy bien diría yo, y todo enfocado al próximo sábado, al delicioso derbi madrileño que podré disfrutar con parte de mi familia como aficionados.

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