Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Matías Almeyda y Zinedine Zidane

2018-06-01 | Luis García
LUIS GARCíA
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Desde hace algún tiempo el entrenador ha tomado una relevancia mayúscula, el negocio ha crecido, los clubes han evolucionado, los futbolistas son superlativos en todo sentido, por ende, el jefe del vestidor ha incrementado su injerencia y su valía. Manejar tantos intereses, desbordados egos, variadas confusiones, tanta diversidad cultural, de origen, de nacionalidades e incluso de religiones no es un asunto menor, se necesitan verdaderos líderes, no simples estrategas que se encierren en la cancha y que todo lo demás lo den por sentado.

Entendiendo también que en la actualidad existen equipos multidisciplinarios con especialistas en cada estrato del organigrama, lo que facilita, y no, la labor del director técnico, ya que no sabe de todo, pero es quien debe tomar las decisiones de mayor envergadura. Ayer se dieron un par de pintorescos, por ponerlo de alguna manera, episodios con dos fenomenales personajes de la gestión deportiva. Como dicen los psicólogos, empecemos por lo bueno, que ya vendrá lo oscuro. Por ello, inicio contigo, Zinedine Zidane, y tu extraño paso al costado, y señalo extraño, no por mal hecho, sino por lo nada común que resulta que un ganador de cepa identifique que es momento de migrar, cuando todo el planeta piensa lo contrario.

Ayer nos levantamos con tu renuncia a la Casa Blanca, y con tu frase de para seguir ganando es tiempo de cambiar, es aquí cuando uno comprende que las palabras poseen un poder de pegada descomunal.

A la distancia, penosamente no te conozco, bueno, tuve el honor y desgracia de jugar contigo por allá de 1997 en el Parque de los Príncipes con tu selección nacional. Perdimos 2-0, pero lo increíble es que tú entraste al medio tiempo, con el típico número 21 que usabas en la Juventus, no te conocíamos, varios nos volteamos a ver y nos preguntamos ¿quién es ese peloncito tan alto? Pues bien, tardamos escasos segundos en darnos a cuenta que eras el maestro, bendita lección nos metiste, casi te acabamos aplaudiendo después del baile que nos metiste.

Regreso al concepto que sin saber de ti realmente da la impresión que siempre estás en control; lo perdiste una vez en la Final de la Copa del Mundo, pero en la mayor parte de tu carrera cercano a una pelota tu estabilidad emocional ha sido impecable, creo que incluso nunca levantas el tono de voz para expresar tu sentir o penar.

Tuviste los arrestos de abandonar un sitio privilegiado, es cierto, superar lo que has realizado en tan poco tiempo era claro no lo lograrías, bueno, no lo va a lograr nadie, pero la grada blanca te perdonaría hasta ponerte una casaca del Barcelona, aun así planteaste tu salida con distinción.

Mira que identificar con meridiana claridad que un matrimonio deportivo por más hermoso que éste sea no puede ni debe continuar, es de sabios, cuando el amor está en el punto más álgido es el momento en donde menos claro se encuentra uno, pues contigo fue todo lo contrario, el enamoramiento no te cegó, sabías que si seguías habría riesgos de divorciarse de manera tosca, y decidiste quedarte con los mejores recuerdos, sencillamente eres un capo de la gestión, y de las decisiones.

Tu caso, Matías Almeyda, es totalmente contrario, fuiste víctima de directivos insensibles que usaron con nula inteligencia su autoridad para invitarte a tomar la salida, anda que cambiar el regreso que tu habías establecido para iniciar la pretemporada es de mentes verdaderamente ‘brillantes’.

Por supuesto que creo en que los dirigentes y los entrenadores no estén de acuerdo, que no se caigan bien, que discutan, que debatan, que existan diferencia de opiniones, pero el juego sucio, el juego perverso, máxime que fue burdo a todas luces, no lo entiendo y menos lo comparto.

Decir que tú, Matías, es lo mejor que le ha pasado al Guadalajara en largas décadas lo sabe hasta mi hijo Mariano de 6 años, fuiste una deidad, agarraste a un club en ruinas, sin rumbo, sin plan de vuelo, sin nada de nada, y lo encarrilaste, tus logros son una brutalidad dado como se te entregó el club.

Pero insisto, no atiendo al rubro deportivo, porque sé que los debates se gastan, las premisas cambian, los caminos se apartan, eso sucede en las mejores instituciones de cualquier giro, incluso en las más importantes del orbe. Lo criticable es la forma, la calidad en la ruptura, separarse es normal máxime en el futbol, una profesión que devora a todos, pero no te exime de la obligación de exhibir educación, clase y altura, y todos esos necesarios atributos les faltaron a la cúpula de las Chivas.

Aplaudo la forma en cómo los futbolistas del Guadalajara han reaccionado ante tan lamentable situación, desde que no les pagaron el bono por su título, se unieron, manifestaron su inconformidad, siguieron jugando y ganaron la Concachampions. Ahora se ponen del lado del entrenador lastimado, los futbolistas no quieren a su actual dirigencia, no sé si querer sea la palabra adecuada, pero está claro que no sienten ninguna empatía por ellos, mala cosa, muy mala cosa, cuando existen deudas, se está en plena conformación de un plantel para la siguiente temporada, aunque que más bien parece demolición del mismo.

Una pena lo que se vivió en el seno rojiblanco, sin duda tú Matías Almeyda no merecías tan pueril trato, pero quiero ser enfático, ni el peor de los empleados merece ser tratado así, nadie merecemos ser tratados así, a todos nos han corrido alguna vez, y seguramente seremos corridos en un futuro cercano, así es la vida del empleado, pero eso no justifica que valga ser pisoteado, eso no, eso nunca.

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