Opinión

Jose Luis Caballero Leal

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NAIM for Dummies

2018-12-07 | JOSÉ LUIS CABALLERO LEAL
JOSÉ LUIS CABALLERO LEAL
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Se mal informó a principios de semana que la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la CDMX de Texcoco seguía adelante. Las redes sociales reaccionaron positivamente pensando que a escasas 24 horas de que Andrés Manuel López Obrador afirmara lo contrario durante su discurso de toma de posesión, éste habría cambiado de opinión, y que finalmente el proyecto del NAIM continuaría. La realidad es diametralmente opuesta. Para generar los fondos necesarios para la construcción de ese megaproyecto, el gobierno neoliberal Peñista, hoy caído en la más absoluta desgracia y responsable hasta de la diabetes de las personas, colocó en el mercado bursátil bonos de deuda, con vencimiento en los años 2026, 2028 y 2047. Quienes los adquirieron, en su mayoría extranjeros a través de la Bolsa de Valores de Nueva York, recibirían en los años de su vencimiento, el valor del bono adquirido, más los rendimientos asegurados. Con ese financiamiento y con los impuestos pagados por los usuarios de los aeropuertos a través del TUA (Tarifa de Uso Aeroportuario), las obras de construcción podrían emprenderse sin retraso alguno.

¿Qué cambió entonces? Al arribar López Obrador formalmente a la Presidencia de México, si hubiera anunciado la cancelación del NAIM, los tenedores o propietarios de esos bonos de deuda habrían presentado de inmediato una demanda colectiva ante las cortes neoyorquinas, reclamando una conducta fraudulenta del gobierno mexicano, con resultados económicos desastrosos para esta nueva administración.

¿Qué hizo AMLO en su lugar? Anunciar que destinaría 1,800 millones de pesos del presupuesto federal para intentar recomprarle a los propietarios los bonos de deuda adquiridos años atrás, ofreciéndoles pagar, en forma anticipada a su vencimiento, un rendimiento menor al que hubieren tenido en 2026, 2028 y 2047. Al recomprar esos bonos de deuda, estaría neutralizando las acciones legales en contra del gobierno mexicano, y una vez teniendo el 100% de esos bonos en su poder, anunciar la cancelación definitiva del NAIM.

¿Qué podría haber salido mal? Pues que un importante grupo de tenedores de bonos de deuda decidió no venderlos, designando abogados tanto en Nueva York como en México para iniciar pláticas al respecto, con lo cual obliga al gobierno a continuar la construcción de un aeropuerto que de cualquier modo será cancelado, tirándose a la basura cientos de millones de pesos más, y al mismo tiempo, a elevar los términos de la oferta de recompra, para convencer a quienes hoy encuentran en esos títulos bursátiles, un elemento de verdadera presión económica y legal en contra del gobierno actual. En pocas palabras el mensaje de los tenedores de los bonos es: “si quieres comprar, lo harás en los términos que nosotros elijamos”.

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Cuando en 1990 se creo el FOBAPROA, mediante el cual se rescató a los propietarios de bancos y grandes inversionistas de la crisis financiera y la falta de liquidez imperante en ese tiempo en México, denominado también como el Fraude del Siglo, fue la izquierda mexicana, esa que hoy representa MORENA, PRD, PT, entre otros, quienes criticaron la medida duramente argumentando que fuimos los mexicanos, los de a pie, quienes asumimos, con nuestros propios impuestos y ahorros, el rescate de los empresarios más acaudalados de este país. Sorpresas te da la vida porque casi 30 años más tarde, aquellos que criticaron ferozmente ese mecanismo de rescate, lo han puesto en práctica unos, y los otros han enmudecido, para destinar del presupuesto público integrado en parte con los impuestos que pagamos los contribuyentes, la nada despreciable suma de 1,800 millones de dólares para devolverle a los ricos inversionistas extranjeros, los montos de las inversiones realizadas, más rendimientos por arriba de lo prometido. Un FOBAPROA Aeroportuario, por donde usted lo quiera ver. La cancelación del aeropuerto de Texcoco apenas empieza a dejarle sentir al nuevo régimen, los estragos, amenazas, desprestigio, incertidumbre y multimillonarias pérdidas económicas de una decisión torpe y caprichosamente adoptada. Todo parece indicar que el pueblo sabio se equivocó.

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