Joder a México

Hace algunos meses, Enrique Peña Nieto señalaba en un reunión que ningún presidente se levantaba pensando cómo joder a México. A principios de esta semana, durante el foro denominado ‘Impulsando a México’, volvió a referirse al tema, agregando que “… también es cierto que una mala decisión del presidente sí puede llevar a México a que se joda”. A lo largo de su disertación en ese foro, un presidente harto de las críticas de la sociedad, señaló enfáticamente que no todo lo malo que sucede en este país es producto de la corrupción, como por ejemplo un choque de automóviles o eventos producidos por fenómenos naturales. Pudiendo ser cierta esa afirmación, añadió un ejemplo que tiró todo por la borda, al decir que, socavones, hay en todas partes del mundo.

Al referirse a este tema, Peña Nieto pareció no recordar que, mas allá de ser una obra en la que el socavón fue producto de la probada negligencia de la Secretaria de Comunicaciones y Transportes; de las empresas constructoras que cobraron más del doble de lo originalmente presupuestado, que se entregó con mas de un año de retraso, que la posibilidad del socavón le fue advertida a la propia SCT con meses de anticipación y nada se hizo al respecto, que el socavón ocurrió dos meses después de ser inaugurado ese tramo carretero, y por último, que injustamente le costó la vida de una forma espantosa a un padre y su hijo que iban a trabajar cuando ‘la tierra se los tragó’. Toda esta penosa cadena de eventos no fue producto de un acto de la naturaleza, sino de lo que como sociedad percibimos claramente como una deleznable serie de actos de corrupción que, a la fecha, no han tenido ni tendrán responsable alguno.

Tengo la convicción de que ni Peña Nieto ni ningún otro mandatario se despiertan, efectivamente, pensando en cómo joder al país que gobiernan, pero por igual mis creencias son mucho mayores respecto del agregado de esta semana, cuando aludió a las consecuencias de las malas decisiones, y de ello hemos sido testigos no sólo en su gobierno, sino en el de varias generaciones de sus antecesores. Vaya que han tomado decisiones que han jodido a México y, muchas de ellas, aunque el presidente esté harto de escuchar el reclamo social, han sido producto de la rampante corrupción y la indignante impunidad que nos aqueja.

Muestras de lo que la sociedad estima como malas decisiones hay por docenas a lo largo de lo que va de este sexenio. Apenas este viernes, el Procurador interino de PGR decidió correr a Santiago Nieto, quien hasta ese momento era el Fiscal encargado de la carpeta de investigación del caso Lozoya-Odebretch, lo mismo que de partes de las acusaciones en contra de Javier Duarte y de Roberto Borge, destitución que ha generado una enorme molestia por la relevancia del personaje en cuestión y su involucramiento con asuntos que, de nueva cuenta, involucran a funcionarios directamente vinculados con el Presidente de la República. Corresponderá al Senado ratificar esa destitución la semana entrante, pero aun y cuando no lo hiciere, la pérdida de confianza en Santiago Nieto hará imposible que su trabajo rinda fruto alguno. La suerte ya está echada en su caso.

Se avecina el inicio del tramo más complicado en la vida del actual presidente, pues ante la inminencia de la designación de quien podría ser su sucesor en Los Pinos, los reflectores dejarán de apuntar en esa dirección y la paulatina pérdida de poder no será solo una apariencia. Dicen los enterados que es cuando las peores decisiones suelen tomarse. Ojalá que durante el temporal político que se avecina, el actual mandatario tenga la serenidad para tomar las decisiones que mejor convengan al destino de este país.