Opinión

Jose Luis Caballero Leal

Aquí encontrará un análisis crítico y actual sobre los principales acontecimientos políticos y sociales de México y el mundo desde la óptica de un ciudadano

De Tin Marín de Do Pingüé…

2018-10-12 | José Luis Caballero
JOSé LUIS CABALLERO
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Debe ser terriblemente complicado para Andrés Manuel López Obrador enfrentar una transición en la que, de haber sido por larguísimos 18 años un feroz e imparable crítico de cuanta decisión, proyecto y obra de gobierno se gestó en administraciones anteriores, hoy, como presidente electo de México, se encuentra ahora frente a la durísima responsabilidad de ser él quien pague las facturas de las decisiones que, para bien o para mal, adopte el gobierno que encabezará en poco menos de 50 días. Y hasta el día de hoy, tal parece que ese papel le resulta no sólo incómodo, sino que no está dispuesto a asumirlo, dejando en el pueblo sabio la toma de decisiones en asuntos en los que, bajo ninguna circunstancia, quiere enfrentar el desgaste político y personal de las consecuencias que ello conlleva, y que en muchos casos habrán de resultar impopulares, duramente criticadas y socialmente repudiables.

A escasamente siete semanas de que Enrique Peña Nieto le coloque la banda presidencial en sesión solemne en el Palacio Legislativo de San Lázaro, las señales del rumbo que habrá de tomar el país son absolutamente inciertas. Un día se afirma que el Ejército no hará más labores de seguridad ciudadana; al siguiente se sostiene lo contrario. Una mañana pide neutralidad a los futuros integrantes de su gabinete frente al complejo tema del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y al día siguiente, tres futuros secretarios de Estado y un senador se reúnen con un grupo de rijosos, machete en mano, a quienes les aseguran un respaldo absoluto en contra de su construcción. Propone como directora de la principal editorial del Estado a una reconocida escritora sin la menor experiencia editorial, quien declina por motivos personales, y en su lugar propone a otro autor, que, a través de un video colgado de todas las redes sociales, acepta tal designación, confesando su más supina ignorancia para el cargo para el que fue designado. Una mañana se le niega la licencia a un senador para que se reemplace a sí mismo en funciones de gobernador interino y horas más tarde se la concede el mismo que la negó inicialmente. Un día exige una consulta ciudadana para seguir construyendo un aeropuerto, y al día siguiente anuncia la edificación de una refinería en Tabasco por asignación directa y con una ley local a modo. Una mañana declara que recibirá un país en bancarrota y posteriormente anuncia la construcción de una ruta de tren turístico, a pico y pala (para crear empleos), en el sureste del país. Otro día anuncia que todas las Secretarías de Estado habrán de ser descentralizadas, para posteriormente señalar que sólo lo serán dos, de las cuales, los trabajadores de la de Cultura federal desde el miércoles están en plantón permanente frente a la casa de los milagros de la colonia Roma. Un día se refiere a un estado de salud óptimo y al siguiente se publican fotos saliendo de un hospital de cardiología. Durante meses pregona un mensaje de austeridad franciscana y al siguiente atestigua la boda del año de su más cercano colaborador, debidamente reseñada por la revista de sociales más criticada por su frivolidad en el país. Durante meses afirma y confirma la desaparición del Estado Mayor Presidencial y ahora resulta que será el encargado de la custodia de los mandatarios e invitados especiales que lo acompañen en la toma de posesión. Un día convoca a los foros de pacificación, y al siguiente se ve obligado a cancelarlos por su manifiesta ineficacia para los fines perseguidos. Un día garantiza la autonomía del banco central, y al siguiente uno de sus partidos aliados en la Cámara de Diputados propone que sea el Estado quien tome el control de éste; un día manda al diablo a las instituciones y en breve será él quien las represente. Un día propone que nadie gane más de los $107 mil que se autoasignará como presidente, pero 500 diputados, 128 senadores, ministros y magistrados del Poder Judicial, y una lista interminable de servidores públicos en activo, no sólo lo rebasan, sino lo quintuplican en muchos casos. ¿Verdad Luis María, Jeanine, Martí, Porfirio y Lorenzo?

Hasta hoy, parece que el único rumbo realmente predecible proviene de la improvisación y la ocurrencia matutina, eso sí, acompañada siempre de la invocación de la frase popular: “De tin marín de do pingüé, cúcara mácara títere fue, yo no fui, fue Teté, pégale, pégale, que ella fue”. ¿Qué podría salir mal?

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