Opinión

Ignacio Suárez

El Fantasma ha recorrido el mundo del deporte a través de 6 Mundiales, 10 Copas América y 5 JO. Aportará a RÉCORD su conocimiento y exclusivas.

Carlos Ahumada y un partido 'arreglado' (5a parte)

2019-09-18 | IGNACIO SUÁREZ
IGNACIO SUÁREZ
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Aquel martes, a un centenar de jóvenes aficionados a la llamada Trinca' les habían arrancado parte de su alma. La toma del estadio por parte del Cártel de Carlos Ahumada significaba para muchos casi una profanación de su templo futbolístico a cuatro de días de que se disputara la Final de Vuelta que estaban ganando 2-1 en el marcador global.

No eran una barra, esa maldición aún no existía bien a bien en aquel tiempo, era una porra. Un puñado de jóvenes que se bautizaron a sí mismos como 'Los hijos de la Mermelada' en 1995, cuando el presidente Jorge Ortiz Borreli les preguntó si tenían algún nombre esa horda de jóvenes escandalosos que llenaba con bombas de humo la tribuna y se ponía a cantar todo el partido. Uno de los líderes era universitario y estaba leyendo el libro 'El laberinto de la soledad' de Octavio Paz; se le había quedado grabada la analogía donde Paz define lo que es un hijo de la chingada, y se le hizo simpático que, si Irapuato era la capital de la fresa y por ende de la mermelada, ellos serían los hijos de la mermelada y así se les quedó.

Tenían que hacer algo para rescatar el equipo, pero... ¿que podían hacer? El teléfono celular era un lujo que no todos tenían en aquel tiempo, no había redes sociales, organizarse no era tan simple como lo puede ser ahora. Había que hacer llamadas a casa, al teléfono de la tienda de la esquina, de boca en boca, tocando puertas. Tardaron, pero se organizaron. Al día siguiente, el miércoles muy temprano, un centenar de ellos se presentaron al estadio, revisaron puerta a puerta de la uno a la ocho, se dieron cuenta que al interior, el comando de Ahumada estaba a la expectativa y preparado.

Las escuadras fajadas al cinto de algunos personajes del comando que resguardaban el interior, se podían observar desde las rendijas de las puertas.  Rescatar 'su' estadio sería más complicado de lo que esperaban 'Los hijos de la mermelada'. Llegó entonces la policía municipal a 'resguardar' el estadio. “Jóvenes, por favor retírense, no estén alterando el orden porque los podemos arrestar. Este es un problema entre particulares. NO se metan en problemas”, les dijo el comandante a cargo, enérgico, pero de buena manera. “¿No van a rescatar el estadio?”, preguntaron de inmediato. “No podemos hacerlo porque NO hay querella de la parte afectada, estamos aquí solo para garantizar el orden y no haya más problemas”. Decepcionados por la respuesta, 'Los hijos de la mermelada' se replegaron para idear un plan.

La contraparte, por el contrario, estaba contenta y confiada. "¿Nunca imaginaron que podrían rescatar el estadio?", le pregunté a mi informante. “Por supuesto que pensamos que habría ese intento o disturbios afuera, para evitarlos es que mi jefe (Ahumada) planchó ese asunto con gente del gobernador del Estado que era, si no mal recuerdo, Romero Hicks. Su secretario de seguridad o gobernación nos dijo que nos iban a ayudar, pero que lo solucionáramos pronto porque no querían desencadenar un conflicto social. La rivalidad León-Irapuato es muy grande, no se puede mezclar, nos advirtieron. Nosotros lo único que necesitábamos era ganar tiempo, presionar a la Federación y obligarlos por falta de garantías de jugar el partido de Vuelta en Querétaro o una sede neutral”.

“De hecho, así estaba sucediendo. Quizá sin saberlo, la misma policía de Irapuato nos iba a ayudar a acordonar el estadio. Eso fue lo que planeó Carlos con la gente de Hicks, y eso estaba sucediendo. De hecho, en la tarde del miércoles le pidió a Rosario (Robles) que si le echaba la mano con mandar un helicóptero del DF para llevar refuerzos o armas al estadio, no se bien por qué ese tema lo vio un chileno de apellido Rojas o Molina. Lo cierto es que había que llegar en helicóptero y aterrizar dentro de la cancha porque por las puertas habría gente y se nos podrían colar". "

¿El helicóptero que les mandaron era del gobierno del DF, porque en ese momento el jefe de gobierno era López Obrador?, le pregunté a mi informante. "Eso no te lo puedo asegurar, de lo que sí estoy seguro es que Rosario (Robles) lo consiguió porque en ese momento era la presidenta del PRD y tenía muchísimo poder. Yo estaba ahí cuando ella por teléfono le confirmó a Carlos (Ahumada) que ya estaba resuelto el tema del helicóptero y que le mandaba saludos Martha Sahagún, porque supuestamente estaba comiendo con ella. Esto no lo sabes Fantasma, pero ellas eran amigas y ambas querían ser presidentas, y Vicente Fox es de León, así que en una de esas la nave vino desde el gobierno federal, él era presidente. Cuestión de checar la matrícula en los videos", me dijo mi informante guiñando el ojo.

El jueves por la mañana, había dos cinturones de seguridad de la policía de Irapuato alrededor del estadio. Generalmente era el día que se ponían a la venta los boletos en taquillas. Los aficionados empezaron a llegar, 'Los hijos de la mermelada' también; ya tenían un plan y estaba en camino. Los líderes temían ser reconocidos, así que uno de ellos llevó las mascaras de 'El Santo', 'Tinieblas' y 'Blue Demon'. Algunos otros llevaban gorra y gafas.

Un cerrajero que era miembro de la porra, junto con otros tres, pudo abrir el candado de la puerta 8 muy temprano y se escondieron adentro. Desde ahí, vía celular, se comunicaban al exterior con los líderes de 'Los hijos de la mermelada' para darles las ubicaciones del comando ahí adentro. Los aficionados llegaban y llegaban para intentar comprar boletos. Y eran ya unos dos mil en las inmediaciones que se unieron a la gritería que tenían “Los hijos de la mermelada'.

Tanta gente en las puertas del estadio era peligrosa. Si se alborotaban NO podrían controlarla. La policía decidió entonces disuadir a la multitud con un engaño. A través de los altavoces de las patrullas, dieron instrucciones: "¡A todos los aficionados que quieran comprar los boletos de la Final, estos se venderán en la plaza de toros y en un centro comercial!". La única intención era dispersarlos. ¡No habría tal venta de boletos!

A la par de estos eventos en Silao, punto intermedio entre Irapuato y León, se reunían directivos de Irapuato donde se encontraba el 'Gallo' García, autoridades del gobierno estatal, el municipal de Irapuato y gente de Carlos Ahumada, tratando de destrabar el asunto. “Tirso ya había tirado el trato, Fantasma, y ya no le contestaba el teléfono a mi jefe. El único que le habló fue un señor que era muy cercano al 'Tío' que se llamaba Luis Domínguez o algo así, diciéndole que el 'Patrón' estaba muy enojado, que no se pasara de vivo y que de muertos estaban llenos los panteones. 'El tratado de Silao' fracasó. No hubo arreglo.

Uno de los directivos ahí se comunicó con los líderes de 'Los hijos de la mermelada' para informarles: “Es una mentira lo de la venta de boletos en otros lugares. No hay ni habrá trato. Hagan lo que tengan que hacer, cuídense mucho”, y les colgó el teléfono. De inmediato, estos se reorganizaron, contrarrestaron la mentira con otra mentira. Mandaron a varios de sus integrantes a la plaza de toros, al centro comercial donde ya hacían fila y les dijeron que se fueran al estadio, que allí ya estaban empezando a venderlos. Por supuesto, que la gente les creyó, dejó las filas y corrió rumbo al estadio.

La policía que hacía cerco en el estadio se sorprendió al ver llegar a la turba y retrocedió, 'Los hijos de la mermelada', 'Blue Demon', 'El Santo' y 'Tinieblas' encabezaban las arengas, los gritos y las mentadas llegando hasta las puertas que empezaron a patear, a empujar y empujar… ya no solo eran ellos, eran cientos y cientos de aficionados que se les unieron. Sin quererlo, sin saberlo, ¡el rescate del estadio había comenzado!

La policía era ya insuficiente. Todo coincidió, se escuchó el rugir de las hélices de un helicóptero que parecía intentar aterrizar dentro del estadio. Los comandos de la policía municipal de Irapuato se sorprendieron, no era de su corporación ni del gobierno estatal. Esa confusión la aprovecharon 'Los hijos de la mermelada' y los aficionados para vencer las puertas 6 y 7 e ingresar como marabunta al estadio; unos a la cancha, otros a la tribuna.

Con gente en la cancha, ya sin el cerco policiaco de protección, con aficionados en estampida ingresando, el piloto del helicóptero y la gente que venía dentro, abortaron la idea de aterrizar, dieron la vuelta y se empezaron a alejar. Un sector de la policía pensó lo peor, un posible enfrentamiento con el grupo armado del Cártel de Ahumada ingresó detrás de la turba; otros, los de la policía montada, se fueron. Nadie sabe por qué.

En uno de los pasillos cercanos al palco de la directiva y la cocina, la turba de aficionados pasó corriendo por sobre los sleepings y tiendas de campaña del comando. Uno de ellos no tuvo la oportunidad de huir y armado con un cuchillo enfrentó a los aficionados, tiró unas cuchilladas e hirió en la mano a uno de ellos, pero fue superado por la mayoría que le propinó una golpiza, hasta que fue rescatado por la policía.

El resto del grupo, unos 13 o 14, desenfundaron sus armas y en posición 'diamante', cubriéndose las espaldas, fueron retrocediendo hasta llegar a donde tenían estacionada la camioneta Van verde. La turba estaba furiosa, los empezó a agredir con sillas, palos y un extinguidor que tomaron a su paso.

Todo empezó cuando el aficionado con la mascara de 'Blue Demon', frente a la camioneta, se metió la mano a sus ingles y dentro de sus calzones extrajo una pistola con la que amenazó a los miembros del Cártel de Ahumada. De manera estúpida se estaba jugando la vida: ¡su arma era de diábolos! Las del comando eran escuadras 45 y 38 con balas de verdad.

Se empezaron a escuchar varios disparos. Los primeros fueron al aire para disuadirlos; cuando 'Blue Demon' los encaró, los disparos ya fueron en dirección al túnel donde la turba se agazapó y trató de resguardarse. Los disparos pegaron en la pared del túnel, los silbidos y los impactos en la pared fueron ensordecedores. Los gritos, el miedo, se reflejan en cada segundo del video. El comando finalmente se subió a la camioneta blindada y huyó derribando la puerta, seguido por los aficionados.   

Otro más, quien parecía ser el jefe del comando, fue sorprendido cerca de los vestidores. Levantó los brazos y se rindió. Dijo ser solo el cocinero y llamarse Arturo López. Los aficionados lo retuvieron y lo entregaron a las autoridades. 'Los hijos de la mermelada' se quedaron hasta ahí, muy noche, resguardando su 'templo'. Cantaron, echaron porras, lloraron. ¡Ellos también habían ganado su final rescatando su estadio!

"¿Por qué las máscaras? ¿Por qué se arriesgo tanto el 'Blue Demon'?", pregunté a uno de aquellos legendarios líderes. "Mira, fue la insensatez de la juventud, no medimos el enorme riesgo que corrimos. Yo terminé quitándome la máscara, el único que se mantuvo con ella era el 'Blue', ¿sabes por qué?, porque trabajaba de camillero en el IMSS y se había volado el día para ayudar al rescate. Si lo descubrían lo hubieran corrido", y ambos soltamos la carcajada.

En el mando de operaciones del Cártel de Ahumada, todo era furia, enojo, caos. “Ahumada no los bajaba de putos, de maricones. ¡Se hubieran llevado a uno por delante a ver si seguían tan valientes esa bola de nacos! ¡que él lo hubiera 'pagado'! Al piloto del helicóptero también le dijo hasta de lo que se iba a morir por no aterrizar ahí, lo cagó por no haberlo dejado ahí en la cancha, ¡a ver como lo sacaban! Estaba fuera de sí, como pocas veces lo había visto. Hasta a Rosario le tocó por mandar a gente incompetente y cagona, le dijo", me aseguró mi informante.

“Recuerdo que cuando le preguntaron que cómo le hacían para rescatar a Arturo, al tipo gordo que agarraron en el estadio y que trabajaba con nosotros, dijo: "¡Qué se chingue por pendejo y puto! Pero luego hablamos con la gente de Romero Hicks y lo desafanamos (sic). Pero ahí no acabó todo, Fantasma. El otro Carlos (Reinoso) le dijo a mi jefe: “'De mi cuenta corre que el sábado no se juegue, así me rompan la madre', se lo dijo a mi jefe besando la señal de la cruz” "¿Entonces todavía hubo otro plan para sabotear la final?", le pregunté. “ Te sorprenderás. No hubo uno, hubo varios. Uno en la cancha y otros más en la tribuna”, me dijo.

¿Cuáles eran estos planes? ¿Por qué fallaron? ¿Quién lo descubrió y cómo los anularon? ¿Qué autoridades del gobierno estuvieron involucradas? ¿Cómo festejo el 'Tío'? y la rola que mitificó el rescate del estadio, eso se los cuento en la sexta y última entrega de esta serie. Por hoy se me acabó el espacio de nueva cuenta.

 

“Muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”

Steve Jobs

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