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Lucero Cuevas y Esmeralda sí sufrieron secuestro

2020-01-08 | El Francotirador
EL FRANCOTIRADOR
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Vaya que hizo ruido mi columna de ayer, en especial por lo que conté del berrinche que montó Lucero Cuevas cuando se enteró que Esmeralda Verdugo se iba a Tijuana y ella seguiría en el América. Pues este miércoles vengo a aclarar las cosas, ahora sí, con lujo de detalles. De entrada, de una vez, corrijo lo que este martes no estuvo bien de mi parte: explicar que sí hubo secuestro y explicar a fondo el terrible momento que vivieron. Eso sí, también hubo rabieta e indisciplina, pero para ser justo, lo que escribí puso en duda el crimen del que fueron objeto y hoy rectifico, para que no existan más dudas.

Ya te conté del enojó que le provocó a Lucero saber que su pareja sentimental sería dada de baja del equipo para mandarla a Xolos y hasta ahí, ya no les conté por qué desaparecieron, omití el atroz incidente que sufrieron. Parto desde ahí.

Después del enojo, las jugadoras se marcharon y vivieron la peor de las suertes: estando ambas en el auto, al salir del estacionamiento de un centro comercial, justo al pagar el boleto, se acercaron a la venta un par de tipos con pistolas ¡y las encañonaron! Abordaron el vehículo y se las llevaron. Como lo leen, las raptaron. Las privaron de la libertad. Con todo lo aterrador que esto implica.

Por increíble que suene, este rapto no fue planeado, resulta que fue algo fortuito, les tocó a las chicas. Los secuestradores se dieron cuenta hasta que estuvieron en el vehículo, al revisar sus maletas de entrenamiento, que eran jugadoras del América y se puso peor. En el teléfono de una de ellas encontraron los números de la directiva y no tardaron en llamar para pedir rescate. En el Nido, les puedo contar, que tienen protocolos para muchas situaciones, pero en ésta incluso recurrieron a otras directivas para saber cómo habían manejado casos anteriores. Incluso recurrieron a autoridades. Les puedo decir que en la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México se abrió una carpeta de investigación, que, por cierto, sigue abierta.

Pues antes de que el equipo diera respuesta, estos malnacidos contactaron a las familias de Lucero y Esmeralda, pidiendo también un rescate. Mientras pasaba todo esto, el auto en el que iban se descompuso a la altura de Tres Marías y tuvieron que cambiar a otro.

Resulta que una de las familias respondió de inmediato que pagarían lo que les pedían y así lo hicieron. No tardaron. Los delincuentes certificaron que habían recibido el dinero y dejaron ir a las futbolistas. Todo sucedió en una tarde. Incluso, las chicas pudieron recuperar el auto después. Y avisaron a la directiva que ya estaban en casa.

Esto suena a película, como lo que le pasó a mi querido Puligol cuando se escapó hace unos años de sus captores en Tamaulipas. Pues con el antecedente de la indisciplina y el berrinche de Lucero y Esmeralda, y después de que al día siguiente llegaron al Nido a contar la historia, incluso en el mismo auto en el que las raptaron, en el club tenían dudas de la veracidad y tuvieron que iniciar una investigación propia, para certificar el relato de las jugadoras. ¡Incluso las sometieron al polígrafo! Así es.

Contrataron a especialistas israelíes para validar la historia con las futbolistas, que volvieron a relatar los sucesos por separado y… ¿cuál crees que fue el resultado? Pues ambas superaron el 95 por ciento de efectividad, es decir, su historia tenía alto grado de verdad.

Con esta conclusión, la directiva de América y el cuerpo técnico de la femenil no tuvo de otra que acceder a la petición de dejar ir también a Lucero a Tijuana, para salir de la peligrosa Ciudad de México.

Así pues, mi deber era explicar todo lo que pasó, no como ayer que escribí e insinué que no había existido el rapto. Secuestro mata berrinche. Le ofrezco una disculpa sincera a Esmeralda y a Lucero, que sufrieron este episodio brutal y que puse en tela de juicio, y les deseo el mayor de los éxitos en su aventura en la ciudad fronteriza. Aclarado está.

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