Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Solari, 11 años atrás

2020-12-30 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Santiago Solari piensa lo que dice. No dice todo lo que piensa. Por eso, se ha destacado como escritor. Porque lee mucho. No es que eso lo haga mejor entrenador, pero sí lo hizo mejor futbolista, porque desde la anticipación y el entendimiento de los contextos, entre más se conoce, mejor se resuelve. 

Once años atrás, en la casa de José Antonio García, le hice una entrevista que dibujó conceptos en ese espectro de la reflexión, tan alejada del futbolista promedio, que trabaja para jugar o que entiende al futbol como un pasatiempo con objetivos de millonarios prematuros.

Por ello, desde su condición de intelectual de la pelota, tanto en esos tiempos en los que se enfundó en la camiseta del Atlante, Santi no priorizó lo económico. Aquella vez, pudo ganar tres veces más Dubai, Turquía o Portugal. Esta ocasión, también se ajustó al presupuesto del América y a lo que percibía su antecesor del banquillo azulcrema, Miguel Herrera. Cosa de ricos.

La portada de la entrevista con Solari

“Lo económico siempre tiene su valor justo. He tenido suerte de siempre  hacer mis elecciones  no con base en lo económico. No recuerdo que me haya movido de un sitio a otro por lo económico”, decía cuando tenía 32 años, en aquel jardín del Pedregal.

Desde aquel lejano 22 de julio de 2009, pedía que no se le llamara ‘Indiecito’. “Podríamos quitarlo”, avisaba, incómodo. Luego, hilaba fino cuando compartía sus visiones, que ya implementó cuando fue entrenador del Real Madrid, con un 70% de efectividad. 

“El éxito no sé logra con conglomeración de nombres; además, tienes que ganar títulos”. Solari por eso salió del Madrid. Porque ese promedio en una competencia a puntos resulta insuficiente, aunque sí  accesible en un torneo en el que clasifican 12, como el mexicano, por ejemplo. Aunque haya prisa de juicio ante su insospechada llegada. 

Las Águilas, acostumbradas a los reflectores y a los futbolistas fulgurantes, hoy viven la flaqueza propia del cambio de generación. En un juego de hombres y no de nombres, Santiago reflexionaba en aquellos tiempos así, ante el exceso de talento. O la escasez, como la que encontrará en Coapa. 

El argentino desde entonces tenía conceptos claros

“Soy un convencido de que lo individual proviene de lo colectivo. No hay manera de que te vaya bien en ese plano si al equipo le va mal. Además, ¡qué manera más triste de que te vaya bien! Van conectadas”. 

Y sí. El América ha sido un ejercicio de solos y no de coros, que últimamente resolvía desde la improvisación individual y no desde la alineación global de los recursos. 

Con esa calma con la que se sirve un té y agita la bolsita, Solari ya diagrama lo que quería en la banca, aún siendo futbolista. 

De esa forma, le encuentra naturalidad a algunas exigencias, que ha encontrado en su carrera como jugador y como entrenador. Y que también capoteará en Coapa, donde no abundan los referentes. “Ser líder es una de esas cosas que no se proponen. No son fruto de una reflexión anterior”.

Familiar de Fernando Redondo, casado con su prima hermana, Solari siempre entendió al futbol a dos toques, como ecualizador, como válvula. Igual que Fernando. Esos matices calcados en Madrid quieren ser aterrizado en México, donde ya ha vivido de pequeño y de adulto.

La charla con el entonces jugador de Atlante

“Tengo muchos recuerdos. Viví en Guadalajara y en Toluca, luego en Celaya, he ido al colegio aquí, es decir, estoy inmerso en esta cultura”.

“Soy un tipo normal, tranquilo. Me gusta la música, el cine y la lectura”. Y desde once años atrás, se sabía que eso no te hace mejor entrenador. Pero sí te acerca a serlo, como ahora. 

Después, la pelota bota para cualquier parte. Pero  cuando eso pase, Solari le encontrará un porqué…

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