Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Se escribe Tigres y se pronuncia seis veces Campeón...

2017-12-11 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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La copa, que se viste con brillo y calza obsidiana, tiene reservadas emotivas sorpresas para algunas veladas. Con la cara congelada, elevada al viento, la dama de plata, que da besos de oro, a veces es seducida por el deber de la memoria...

Si después de vencer a Rayados, Tigres ya es una dinastía, aquella deseada pieza, perfumada de trascendencia, debía ser alzada por la emoción de un Damián Álvarez, que se retira del futbol con el gafete de capitán cedido y con la lagrima y el fervor de la nostalgia encendidos...

Se acaba la Liga. Comienza una era. Desde 2014, Tigres observa al futbol desde el cristal del triunfo con once Finales jugadas, en todas las competencias, con saldo de seis ganadas. En Liga: Cinco disputadas de las últimas siete. Cuatro de las ultimas cinco. Tres consecutivas...

Lo sabe y lo padece un Monterrey abatido y consumido en el vapor de su último gélido aliento. Porque hay goles que no importan. O no sirven. Como el de Dorlan Pabón, a los dos minutos, con el que se confirmaba que en un campo siempre debes tener triángulos, para tener dos opciones de pasar el balón. Y así en una geometría de tres toques, entre César Montes, Rogelio Funes Mori y Pabón, Rayados rugía desde la garganta de lo posible, que al final no sería...

Mucho porque Tigres y Edu Vargas tienen una frenética y desesperada manera de hacer explosión en la frontal del área. Con un flamante, y ligeramente desviado disparo, los guantes de Hugo González se derritieron en la impotencia. En la falla. En el lamento. En el gol que no le pidió permiso al yerro...

Y como se sabe que al futbol le encantan las improbabilidades, Francisco Meza jugó porque Hugo Ayala estaba expulsado. Entonces, Meza hizo el gol de cabeza que quizá Ayala no habría hecho. Y así, desde el arte de lo imprevisto, el balón botó a su favor y hacia la red...

Monterrey era el balón atajado de Nahuel Guzmán a Luis Fuentes, el disparo de César Montes hablándole al oído al poste; el agónico penal fallado de Avilés Hurtado, enviado a Marte. El llanto de la huérfana resignación...

El estadio de Rayados tuvo ecos huecos. Almas vaciadas, triunfos arrebatados. Sueños robados. A lo lejos, un murmullo de futbolistas vestidos de amarillo hicieron el trabajo durante la campaña, para que el ruido lo hiciera el éxito. 

Aquella dama de plata ya estaba emborrachada de felicidad compartida. Como viejos amantes, bailaron en césped ajeno con el fulgor del triunfo. Y al final se supo: Se escribe Tigres y se pronuncia seis veces Campeón...

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