Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Santos vs América, encuentro directo hacia lo impreciso

2018-11-11 | FELIPE MORALES
FELIPE MORALES
Comparte en:
Contenido Patrocinado

Al futbol se le está olvidando una cosa: el cambio de ritmo. El freno derrapante para que todos pasen de largo y la aceleración para que los demás parezcan más lentos. El Santos contra América fue eso: El galopante intento hacia lo impreciso.

Pero también hacia los guantes de Agustín Marchesín, que lo repele casi todo, desde la ubicación, desde el lance, desde la intuición y desde el recuerdo, porque ‘Marche’ atajó contra Santos, como si estuviera en Santos, situación que lo llevó al América…

El América es el salto al vacío ofensivo. Se tira de cabeza al precipicio y averigua en el aire si sirve el paracaídas. No es que no ataque; no es que no se lance: es que, cuando lo hace, hay previsibilidad. Frontal, como el que más, facilitó las tareas del central. Una cosa es buscar por todos los medios y otra, muy distinta, es que eso sean los conductos adecuados…

Entonces, Santos respiró desde su pulmón de gol. Julio Furch, que tiene un pacto de sangre con la red, anotó, porque sí. Porque puede, porque siempre quiere, porque busca todas y porque normalmente las encuentra, como cuando fue al encuentro de un envío de cuero de Bryan Lozano, que con mucha comba, surtió un tiro de esquina, conectado por la cabeza llena de radares de Furch: el delantero satelital.

Un punto de diferencia entre el segundo y el cuarto del torneo, se dirime en una pelota dividida, en un pase al pie, en un cambio de frente, en un disparo de fuego o en una atajada de hielo. Pero en este partido, se diluyó en el agua tibia, no del conformismo, pero sí de aquel oscuro pasadizo en el que entran algunos equipos, que lo convierten en laberinto sin salida hacia el peligro. 

Y así, se consumía en la opacidad un partido solo reactivado por Bruno Valdez, que, a veces, se cuelga el cartel de héroe inesperado en el cuello para girarlo desde la profundidad de los aires para encontrar la profundidad de las porterías. Fue así como empató, desde su rol encubierto de gobernador de los vientos. 

Jonathan Rodríguez tuvo en sus pies el gol, que se desvaneció como se desvanece un ciervo acorralado. Con pelota en movimiento, a cinco metros del arco, pudo ser un rugido furioso de gol, pero prefirió ser presa de su desatino. Pudo ser triunfo y fue empate. Santos pudo ser más, aunque el América tiene la suerte de no ser menos, hasta cuando lo es…

Contenido Patrocinado