Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Osorio habla de futbol

2018-05-14 | FELIPE MORALES
FELIPE MORALES
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Juan Carlos Osorio causa alergias, porque habla de futbol. Hacía mucho tiempo ya que en México se le atribuía más el volumen de la conversación de la sobremesa al inflamado ego de Hugo Sánchez y a sus ganas de derrocar a La Volpe o al mal español de Sven Goran Eriksson, o al ceño fruncido de Javier Aguirre con la gorra hasta los talones, previo al juego contra Argentina o a los puñetazos de Miguel Herrera en un aeropuerto.

Desde La Volpe, nadie había charlado de la pelota y sus fórmulas con tanto esmero. Hay un clima de animadversión ante esto: si no le entendemos, entonces él es el ignorante.

Se nos fue la vida entre la estigmatización de las rotaciones y el 7-0 ante Chile. Nos salió una sonrisa desde el juicio de 140 caracteres. Osorio es muchas veces un acelerado 'trending topic' más por sus conceptos rebuscadas, que por el entendimiento de lo que expresan…

Hoy en día es más fácil atribuirle a todo una culpa incomprobada que una presunta inocencia. El futbol no se escapa de eso en estos raquíticos tiempos.

‘Osorio fue, es y será un fracaso’, es el clamor popular. Lo lleva tatuado con fuego en la frente desde su perfil de químico cuántico que le busca fórmulas, en tubos de ensayo, a una pelota cruzada a segundo poste.

El dictamen de quien haya echado un vistazo a su proceso es ese: “México no avanzará al quinto partido”.

Como siempre. Como con todos. Pero aún no lo sabemos.

No soy, ni de cerca, un periodista con confetis en la mano. Basta haber cubierto muchos años a la Selección Nacional para que tu casero te resulte más amable que muchos de los que integran esa extraña cofradía de futbolistas seleccionados con ínfulas de rockstars incomprendidos.

Si antes el mexicano pecaba de sentirse menos que los demás, hoy, a veces y hasta cuando no lo es, se cree más de lo que es. Y eso es tan bueno, como malo, desde la ecualización del ego.

Si no existe alguien que les arrebate el teléfono y les apague la música, mientras se graban para un video para Instagram, durante la Copa del Mundo, ahí sí estaremos verdaderamente perdidos.

Como hay una sobreexposición, al futbolista se le comenzó a ver como un entretenimiento. Solo que ellos y sus redes sociales aún no lo saben.

Empezaron a aburrir sus nuevos peinados. Y si éstos no iban acompañados con un gol al ángulo, entonces no merecían nuestro like. Ni en la pantalla ni en la cancha.

Pero nadie que se precie de ser amante del futbol es un enemigo del escudo nacional y de lo que nos hizo sentir Luis García en el 94, o Cuauhtémoc Blanco y Luis Hernández en el 98, o Borgetti en el 2002, o Ricardo y su planteamiento de ajedrecista en 2006 o Rafael Márquez en Sudáfrica o Memo Ochoa con sus atajadas que cortaron hasta el aire en Brasil.

Pero como ya no tenemos 11 años, analizamos lo que pasa, más allá del teléfono. Y lo que viene no desprende conclusiones tan esperanzadoras, porque el pesimista es un optimista con información.

En tiempos de elecciones, Osorio está en la segunda silla más caliente del país. Está en él, con futbol, hacer olvidar a muchos mexicanos su realidad política. La pelota puede hacerlo, aunque no tenga que hacerlo.

La ilusión se renueva cada cuatro años. Como quien se divorcia y se vuelve a casar, triunfa la esperanza sobre la experiencia, diría Juan Villoro. Ese es el magnetismo del futbol. Sabemos hasta donde vamos a llegar, pero para algunos, lo importante es el camino, no el destino.

Osorio, por lo menos ha explicado los porqués de sus decisiones, desde el prisma de futbol cancha. Si se va después del Mundial, que se vaya. Yo le agradezco que, por momentos, volvimos a hablar de futbol, aunque algunos hayan creído que hablaba de física cuántica…

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