Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

No se extrañó a Ochoa

2020-09-28 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Guillermo Ochoa se lesionó en el calentamiento como premonición del partido que nadie quiso jugar. El Cruz Azul contra América fue la confirmación de que no siempre conviene colgarle carteles de clásicos hasta a los juegos de canicas. En consecuencia, el Clásico Joven fue eso: un juego de niños, que no extrañó a Memo, porque Óscar Jiménez se puso los guantes de la seguridad.

Al inicio, Sebastian Córdova fue una sombra multiplicada en la impotencia; solo un disparo, con el puño apretado. fue atajado por un Jesús Corona, vigilante del primer poste. 

Igual que Óscar Jimenez; el arquero emergente hizo una atajada desde el reflejo, cuando Elias Hernández disparó con el pulso del corazón en el empeine derecho. 

Luego, Santiago Giménez hizo un recorte multiplicado por dos; cuando salió a la izquierda, escapó por la derecha y cuando atacó ese espacio, salió cabalgando hacia el otro; no fue gol, ni mucho menos, pero originó la lesión de su mareado y desgarrado Sebastian Cáceres. 

Si Julio César Domínguez había dicho que ha llorado por no vencer al América, no es menos cierto que también tuvo dos cabezazos de lágrima...

En un juego entre Cruz Azul contra lo que parecía la Cruz Roja, Emanuel Aguilera también se lesionó; no se sabe si como cábala azulcrema o como maldición. Y así, el América plegó las alas y se resguardó en el nido; entendió que si no podía ganarlo por tantas bajas, no habría de perderlo. 

Después, el árbitro Pérez Durán no quiso confesarse con la imagen en un penal claro como las aguas del Caribe, sobre Rivero. O por lo menos revisable. 

Así, se difuminó un duelo en el que solamente las turbinas de Misael Dominguez daban cierta verticalización a un juego anestesiado, que se consumió en el último vapor de una escapada del Cabecita Rodriguez.

Ambas embestidas fueron capoteadas por el arquero Jiménez. No es que se extrañara a Memo. Es que Ochoa no jugó, por lesión, el juego que nadie quiso jugar, por su palidísima convicción.

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