Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Guerrero sopló los vientos de la desgracia

2019-01-27 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Fernando Guerrero hizo la seña de la desgracia, en forma de rectángulo. Revisaría en la pantalla una jugada en la que a Avilés Hurtado se le desconectaron los cables, cuando, en una pelota dividida, le pisó el muslo a Agustín Marchesín. 

Guerrero había dicho: “Fue un choque”. Después, con la humildad por delante, fue a la casilla, a confesarse con la imagen. Cuando regresó, entonces expulsó a Avilés, en confirmación de que el ojo no todo lo ve y de que no todo lo que ve es de roja. 

Después, Paul Aguilar cometió un dudoso penal sobre Rogelio Funes Morí y a Miguel Herrera se le leían los labios, cuando le reclamaba al cuarto árbitro: “¿Ahora hay que compensar?”, reclamaba, colorado.

Nico Sánchez lo cobró con la cadera; con el engaño propio de quien cuando llega a la pelota, dispara con el movimiento de la cintura, atornillada al engaño. Mientras el cuerpo disparó a la izquierda de Marchesín, el balón salió a la derecha. 

Si caía lluvia, al América le mojaba más. Bruno Valdez cabeceaba al travesaño, pero las Águilas eran el gol que estaría por venir, desde la probabilidad. Y vino, con un tiro de Edson Álvarez, que conectó con la cara interna del pie, hacia Marcelo Barovero, que si antes había brillado, ahora se multiplicó en la opacidad, cuando el balón le pasó por debajo de los brazos y la vergüenza. 

Pero Guerrero quería seguir siendo la repetición del error, espejeado en el yerro. Jorge Sánchez se barrió, tocó la pelota y, después, se llevó puesto el tobillo de Medina. El ‘Cantante’ sopló los vientos de la injusticia, una vez más, cuando expulsó al americanista. Luego, revisó su falla en la intimidad de la pantalla, pero el descaro manoteó autoritario como desplante de la anarquía arbitral.

Después, expulsó a Aguilera, por doble amarilla. Primero porque desafío aquella polémica decisión en el penal en contra y después porque atropelló a Funes Mori. El criterio no visitaba ni la cabeza del árbitro ni los pies de los futbolistas. 

Con el tiempo, bajó la lluvia, pero subieron las indecisiones. Guerrero silbó un penal por mano de Bruno Valdez; después la revisó en  su lugar de confianza: en las pantallas del VAR. 

Así, confirmó la pena máxima, cobrada por Sánchez, quien, esta vez, erró en el cobro. El disparo fue atajado en el poste derecho por Marche; Nico fue al remate y Guerrero lo expulsó por un supuesto golpe al arquero azulcrema. 

El que piensa poco, patea mucho. Y nadie pensaba, hasta que Funes Mori despojó las dudas con un tiro a la buchaca inferior derecha, en forma de gol. Luego, el argentino, con aspiraciones de seleccionado mexicano, hizo el tercero, con dos quiebres taurinos sobre Aguilar y Valdez, como escala de la red. ¿Así, en la selección, quién no lo podría querer?

Con la trama tensada, Valdez acortó el tanteador con una llegada inesperada en el área chica, después de un par de cabezazos águilas. Era un gol que latía y hacía latir...

Fernando Guerrero lo había logrado. Jugó el partido desde su condición de protagonista con miopía. Monterrey lo ganó, a pesar de él. Y el América lo perdió por él…

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