Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

El Tata: el futuro, hoy

2019-03-23 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Si el presente es real, el futuro es infinito. No se vive del ayer, pero se planea lo que está por venir. La Selección Mexicana vapuleó al combinado de Chile con un equipo con un promedio de edad de 26.5 años. Y el futuro rueda a favor, como si fuera una pelota de futbol…

Mucho porque Guillermo Ochoa descubrió  que el área también se juega; aunque eso conlleve algunos peligros. Si cortó un avance con la cabeza, después fue clareado y bombeado, cuando salió a una expedición sin rumbo ni cantimplora.

Pero lo de siempre: Ochoa es un pulpo, debajo de los tres postres; así, con sus tentáculos con guantes, nadó en el aire. Y abrió el mar con una atajada magnética, a un cabezazo de Arturo Vidal.

Si Andrés Guardado antes era gambeta y cabellera al viento, hoy es seriedad, cásquele corto, pecho inflado y talento, porque entendió que en el futbol se puede correr, pero que nadie lo hace más rápido que la pelota jugada a un toque. 

Andrés era el amo del medio campo, porque ecualiza y temporiza, junto a Edson Álvarez que juega fácil, porque al balón hay que quererlo mucho y tenerlo poco, situación que también entendió Carlos Rodriguez, el novato con futbol de veterano, que, además, se quita permanentemente las cadenas.

El ‘Chaka’ Rodríguez era mucha proyección, pero poca línea de fondo. Detectaba  los espacios, pero no los ocupaba. Ganaba espaldas, pero no pisaba la raya; centraba de frente y automáticamente se anulaba su bondad y  voluntad tan ofensiva como distorsionada.

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Carlos Salcedo confundía el estar confiado con excesos de confianza y pérdidas en la salida; Jesús Gallardo era más predecible que la Primavera en marzo; Rodolfo Pizarro jugaba desde la hiperactividad de quien corre tras el balón en un rondo; a Hirving Lozano se le averió la brújula entre tanto cambio de perfil, que lo convirtió en un alfil. 

Raúl Jiménez era receptor, no catapulta. Pero se mimetizó con los lanzadores y abandonó su hábitat natural. Si es cazador del gol, ayer fue presa de su ansiedad, porque que en el Wolverhampton juegan para él y en selección nacional no era igual...

Aún así, Raúl mandó una pelota al palo y anotó desde los once pasos. A partir de su condición de especialista y como consecuencia  del engaño del cuerpo,  le contó una mentira con la parte interna al arquero, que ya le había creído que el envío sería a la izquierda, cuando, en realidad, al ‘9’ ya le había madurado un cínico envió a la derecha...

Si al combinado mexicano usualmente le dolía la pelota parada, ahora le sonreía. Guardado cobró un tiro de esquina, por izquierda, rematado por Héctor Moreno, a lo Carlos Hermosillo o a lo Ricardo Peláez. En ese pasado, México actualizó su realidad... 

Después, cuando Chile estaba más aturdido, Lozano galopó por derecha y picó la pelota, desde la confianza de un estadio que aún rugía el segundo tanto.

Los andinos hicieron el de la honra con un disparo de Nico Castillo, que fusiló a Memo, cuando resolvió de primera intención una diagonal por derecha...

Chicharito entró y no tocó la pelota. O sí, en un desvío con el omóplato que fue gol anulado por posición adelantada. El Guti no pudo ser Guardado y Lainez se espejeó en Lozano; Montes fue más dinámico que Pizarro.

Por un momento, cuando todo era efusividad, por la mente pasó un efímero e irreverente deseo de que fueran siete. El pasado se actualizó. El presente mejoró y el futuro se tornó alentador. Fueron tres. Y aquel doloroso 18 de junio de 2016 fue al revés, esta vez…

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