Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Cruz Azul volvió a ser Cruz Azul

2018-09-16 | FELIPE MORALES
FELIPE MORALES
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Hay perfumes con aromas nostálgicos. Estaba en las probabilidades. Cruz Azul no era derrotado hace 12 partidos, en Liga. Desde el 31 de marzo no caía. Y cayó. La Máquina perdió el invicto sin vaciarse. Jugó por inercia, recargado en su buen pasado, sin atender al presente, ante un Necaxa que juega mejor contra los mejores...

Los Rayos son la improbabilidad de la fe consumada en los milagros. Han vencido al América y a La Máquina, como confirmación de que no es lo mismo crecer que agrandarse, ante los grandes. 

Mucho porque el Necaxa configura los partidos desde el talento. Si antes no atacaba, ahora ataca de más. Siempre abrazado al fulgor de Matías Fernández: el hombre que engaña con una mirada, que corta como un frío cuchillo de plata. 

Y así, desde la mentira del cuerpo, Fernández cobró un tiro libro de museo. Hizo un Messi. Cuando la barrera de cemento brincó, advirtió que debía poner por debajo el balón. 

“El futbol es el único lugar en el que me gusta que me engañen”, rezaba alguna vez César Luis Menotti, mentor de Marcelo Michel Leaño, el técnico que si muere lo hace de algo y que cuando respira con triunfos como el de ayer, vive para algo: para la gente. 

Pero Cruz Azul se multiplicó en la opacidad; solamente un arribo de peligro comprometió la valla rival, con un poste pálido, enviado por Milton Caraglio. 

La Máquina fue un Elias Hernández perdido en el laberinto de la confusión, recargado por izquierda, cuando por derecha es donde es pulverizador; fue un Roberto Alvarado, diluido en agua tibia. Inconexo y discordante, Cruz Azul volvió a ser Cruz Azul: El de los otros torneos, minado por la Fecha FIFA, que le ha interrumpido la aceitada inercia.  

Pero Necaxa fue Víctor Dávila y sus pies de trapecista, que se lanzan al vacío, aunque no haya red. Cuando desabrocha agujetas con sus fintas, no hay otra cosa que hacer más que derribarlo, desde la impotencia. 

Y así, los Rayos encontraron una pena máxima, embocada por el mismo Dávila, que con un envío hacia la derecha, sutil como la caricia a un bebé, facturó el segundo de la noche. 

Cruz Azul sigue siendo Superlíder. Pase lo que pase, despertará el lunes con el vapor de la superioridad. Lo hará también con el aroma aquel de la nostalgia, que no espera a nadie, como la derrota no los ha esperado esta vez... 

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