Chivas le dice adiós al C2019 con amarga despedida

Chivas se va del torneo con la mirada clavada en el pasto, con el vapor del esfuerzo inconcluso, con la promesa incumplida y la grandeza difusa. Como cuando el futbol te da la espalda. Así se despidió el Guadalajara...

Lo hizo con una derrota, ante Tigres y con un Tomás Boy que ganó un juego y perdió tres, como confirmación de que los juramentos de triunfo son eternos mientras duran. 

Los rojiblancos fueron la multiplicación de la decepción desde la aspiración. Como se espera mucho de ellos, siguiendo decepcionando a otros tantos. Pero Boy si algo le imprimió a este equipo es que se pierde o se gana con la pelota. O con Eduardo López y su recuperación en la relación con el balón.

La Chofis sabe con la bocha cosida a la zurda; Tomás lo tiró 15 metros atrás. Y fue más. Detrás de ‘9’, fue el ansiado ‘10’...

Cuando todo le marchaba bien a Chivas, Walter Gael Sandoval había elevado un balón con aire de inspiración. Fue colgado a segundo poste, ante la angustia en forma de mirada de Nahuel Guzmán, que recorrió la portería y le metió los guantes a la inspiración. 

Pero después, apareció André-Pierre Gignac: el futbolista que no reclama mucho de la pelota para ser letal. El francés hizo un gol con la cabeza desde el instinto y la anticipación. Dio dos pasos hacia primer palo, como confirmación de que en el futbol valen mucho los movimientos de atracción. Luego, cabeceó y la ajustó a segundo palo ante un desvío de Miguel Jiménez, tan estéril como pálido. 

Luego, Lucas Zelarayán hizo una recepción orientada con la derecha que le sugirió detonar la pelota, de media vuelta, con la izquierda. 

Entonces, Alexis Vega activó un disparo de 25 metros; el atacante detonó un disparo teledirigido y cruzado por derecha; Nahuel Guzmán le metió los guantes, desde la resignación.

Gignac hizo su gol 102 con la camiseta de Tigres; la afición volteaba a ver a Boy, que marcó 104 con los universitarios; entre una y otra mirada existía un celo entre el presente y el pasado. Boy se fue, aún, como máximo goleador en la historia del equipo felino; también se fue sin saber si seguirá siendo el entrenador de un Rebaño disperso y herido...