Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Ayudar sí es un Clásico

2017-09-21 | FELIPE MORALES
FELIPE MORALES
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Se escuchan las sirenas de las ambulancias, la gente corre por las calles, usa tapabocas, se arremanga la excusa, usa los guantes del socorro. “¿En qué puedo ayudar?”, es la voz de la calle, vestida de esperanza, porque la solidaridad no entiende ni de escudos ni de equipos. Ayudar es el verdadero Clásico en México.

Aunque no haya futbol y se hayan pospuesto icónicos partidos como el Cruz Azul vs América, Chivas vs Atlas o el América vs Chivas, en nuestro país se realiza el otro partido, que se juega en el asfalto con la única regla de pasarle el balón de la ayuda al de al lado.

México se bebe el sol en cada agua transportada en forma de eslabón humano, se cura con medicamentos a los damnificados en algún centro de acopio y se nutre de solidaridad en cada alimento donado. Si en México llueve, el mexicano se moja de voluntad.

La gente ayuda a quien ayudó, en algo muy parecido a una cadena de favores. Te ofrecen comida en cada esquina. Agua, arroz, tamales, guisados, tortas, pizza. Es la recompensa no pedida. La gestación de un circulo virtuoso que suda y respira.

Todos quisiéramos levantar muros y escombros con la sonrisa de algún mexicano encontrado, pero desde nuestra esquina encendemos un fuego interior, que deslumbra y emana empatía. La tragedia es matizada por el heroísmo de personas que no usan capa.

Da lo mismo comprar unas vendas, que extender una mano para que lleguen a su destino. El trabajo suma hasta que multiplica. Dos manos se vuelven 10 con el puma dibujado en el pecho o con el escudo de Cruz Azul bordado en lo más cercano al corazón.

Ayudar al otro nos ayuda a nosotros mismos. Donamos, colaboramos, informamos, indicamos el camino, seamos rayados o felinos.

Hoy no se canta un gol. Esta vez se cierra un puño, que elevado al cielo, pide silencio. Ese puño se alza más y se aprieta más fuerte bien alimentado por las alturas del viento, cuando se salvan vidas en señal de festejo.

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