Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

América jugó con Pumas

2018-05-06 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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América no jugó contra Pumas, jugó con ellos, en una eliminatoria con contornos de desigualdad, que será recordada por el silencio del espíritu. “Te alentaré cuando menos lo merezcas, porque será cuando más lo necesites”, gritó con el corazón en un puño La Rebel. Su equipo hizo silencio, ante unas Águilas futbolísticamente resonantes…

Mucho porque Mateus Uribe desarrolló un extraño magnetismo con el gol, porque sus tratos con la red requieren intermediarios y reclaman de escalas. Nunca recibe de espaldas. Practica un futbol al vacío. Como quien se lanza de un avión en paracaídas, Mateus siempre sobrevuela el área rival. La pisa con el impulso del viento, con la asertividad del delantero.

Así se propulsó, desde tres cuartos de cancha, con la prisa de un carterista, cuando aprovechó un error en la salida de Luis Fuentes. El '8' con desplantes de '9', edificó una pared con Jérémy Ménez y cuando en el inicio la afición azulcrema apenas compraba palomitas, ya se había relatado una historia con clímax y final prematuro: ‘Ante Pumas, América vivió feliz para siempre’.

Pumas fue un grito consumido en las llamas de la impotencia, que lo queman todo. Un sudor mal entendido. Una ciega manera de querer jugar desde el grito, desde el reclamo, desde la expulsión, desde la irresponsable forma de increpar al árbitro. Si ya eran confirmados como inferiores en la cancha, también fueron menos desde la igualdad numérica, cuando Marcelo Díaz fue expulsado por exceso de voluntad trastornada en los insultos al árbitro y el exceso de palabras.

Entonces, las Águilas se recargaron en su pasado reciente para mejorar su presente y su futuro. Si volteaban a la banca, veían a un Miguel Herrera que desprende un vapor de superioridad con su presencia. El ‘Piojo’ nunca ha perdido contra Pumas, como entrenador azulcrema. Sus futbolistas honraron aquella estela de triunfo…

Jesús Gallardo inició una expedición casi kamikaze por la franja izquierda del área; Agustín Marchesín descubrió el primer poste y el balón rodó hasta la red sin explosión. Fue un gol cargado de deuda. De compromiso.

Pero Nicolás Castillo fue expulsado por la miopía de Marco Antonio Ortíz. Pumas no pensaba en el ayer ni en el mañana; fincaba sus esfuerzos en el presente, que después también le dio la espalda, cuando Andrés Ibargüen le puso tiza a una bola dirigido a la buchada inferior izquierda.

Así, Pumas se fue como se van los avergonzados: con la mirada clavada en el pasto, con el pasto clavado en el pecho, mientras el América camina por las Semifinales, con la naturalidad con la que sus aficionados le ponen leche al cereal. Al final, ante tanta superioridad, hasta el futbol mutó: 6-2 global, set para el América en el Estadio Azteca…

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