Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Osorio: para bien o para mal...

2018-03-27 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Cada vez que Hugo Sánchez tiene oportunidad, lo repite: “La Selección Mexicana necesita de un entrenador mexicano”.

Pero Hugo ha sido el mismo desde los ya lejanos días de La Volpe o de Eriksson. El problema está hoy en algunos exjugadores y exentrenadores que han llenado las mesas de debate en la televisión y el radio y que, voluntaria y hasta involuntariamente, son parte de una evidente campaña de desprestigio hacia el entrenador colombiano que dirige a la Selección Mexicana de futbol.

Está claro que Juan Carlos Osorio tampoco ha ayudado y tampoco se ha ayudado a sí mismo en cuanto a la consecución de un estilo y de una condición de juego que hoy le brinde garantías a la Selección Mexicana. La pregunta es: ¿Cuándo realmente México ha sido una “garantía” en el campo de juego con excepción de algunos parajes aislados en diferentes etapas de entrenadores? Hasta ahora, Osorio ha cumplido clasificando a México de manera impecable al Mundial, pero fracasando de manera contundente cuando se ha buscado el siguiente nivel competitivo. Al señor Osorio le queda poco tiempo para el Mundial, pero a sus opositores y a muchos ‘francotiradores’ que le apuntan todos los días, parece quedarles tiempo suficiente para criticarle por todo lo que haga o deje de hacer. Y está bien, la crítica es parte del desarrollo y crecimiento de un futbol, siempre y cuando no tenga intereses ajenos al juego.

Espero que el motivo principal de la oposición hacia Osorio no tenga un aspecto meramente xenofóbico. No estamos en tiempos para ello, ni en el mundo ni en el futbol, donde lo que tiene que valer siempre es la capacidad, el conocimiento y el profesionalismo del personaje. Espero también que no se trate de un tema de intereses de ciertos grupos a los que les ha interesado siempre mantener un control sobre la Selección Mexicana. Sería terrible que la impunidad y la corrupción también fueran parte de una representación nacional de futbol. Espero que esa animadversión exista sólo a partir de un tema futbolístico.

Y aquí entra el famoso, vituperado, exagerado y ya verdaderamente harto tema de las rotaciones. Los cambios de alineación de un juego a otro, la competencia interna que -supongo- intenta generar este sistema y hasta los constantes cambios en las formaciones y en las posiciones de los futbolistas. El hecho de que siempre esté más ocupado en desarticular al contrario que en las propias ventajas de su equipo. Osorio ha aplicado un método en el que él cree vehementemente y que difícilmente transformará o abortará más allá de que los resultados no lleguen o la crítica se recrudezca.

“Me tienen sin cuidado”, me dijo el viernes en Santa Clara cuando le pregunté si le afectaban los invariables ataques que recibía juego con juego. Juan Carlos Osorio no piensa transformar su forma de dirigir en el futbol. Pase lo que pase, él continuará con su doctrina, porque así entiende el juego y la manera de dirigir en el juego, y así fue su planteamiento el día en que los dirigentes mexicanos -Decio de María y Guillermo Cantú- lo contactaron para el trabajo. Ellos ya sabían que Osorio había practicado ese sistema en el Sao Paulo, en el Atlético Nacional de Medellín y en los equipos que dirigió en Estados Unidos y hasta en México. Las rotaciones o “las alternativas tácticas” eran su sello y lo seguirán siendo, para bien o para mal, de forma irremediable.

A este tema hay que agregar la presión que, directa o indirectamente, ejerce Miguel Herrera sobre la posición y la posibilidad de volver a la Selección que desde Tijuana no era tan poderosa como la que cultiva desde el América. Osorio ha afrontado días de presión y seguramente encontrará más conforme se acerque el momento de debutar en el Mundial el 17 de junio ante Alemania.

Nos guste o no, Osorio dirigirá a México en el Mundial y lo hará como él entiende el futbol: con rotaciones, con cambios en las formaciones y con un estudio y una posición donde siempre estará más pendiente de las debilidades del contrario que de las virtudes de México.

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