Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Obsesión

2018-05-29 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Quizá siga sin saberlo o entenderlo aún, pero el futbol mexicano ha tenido la misma obsesión desde que jugó su primer Mundial, en 1930. Es una obsesión por jugar mejor al futbol.

Para muchos, quizá la mayoría, es una cuestión de resultados. Para otros —incluyéndome— es un asunto de percepciones.

El quinto juego del Tri en un Mundial se ha transformado en una obsesión, al grado que algunos futbolistas hablan de sacrificar lo que sea con tal de lograr el objetivo y de que ese es el único camino por el que podría existir continuidad en el proceso de Juan Carlos Osorio.

La realidad es que para México es más viable un objetivo de ‘sensaciones’, de ‘formas’ que de resultados, porque si vamos directamente al escenario de los resultados, llegar al quinto partido implicaría —si todo sale como lo ha planeado la FIFA— jugar ante un cinco veces campeón del mundo como Brasil. ¿Misión imposible? No, pero sí muy poco probable ganarle a Brasil en un partido a eliminación directa de una Copa del Mundo

¿Qué es un ‘buen’ Mundial para Mé- xico? El máximo goleador de la selección mexicana, Javier ‘Chicharito’ Hernández, responde: “La gente está cansada ya de buenas actuaciones. Ellos quieren el quinto juego y nosotros necesitamos ese quinto partido. Ése debe ser nuestro objetivo, sin importar cómo lo logremos”.

No se trata de ingresar a una actitud derrotista. Esto es futbol y en un juego pueden pasar muchas cosas, pero el escenario sigue siendo mucho más contundente y también posible para México si tomamos en cuenta las maneras, las formas, los comportamientos. ¿Cómo empataste con Alemania? ¿Cómo perdiste ante Alemania? ¿Cómo fuiste eliminado por Brasil? Desde 1994 y hasta el 2014 —sólo con excepción de la vergonzosa caída ante Estados Unidos en el 2002—, México siempre arrojó buenas sensaciones cuando fue eliminado por Bulgaria (1994), Alemania (1998), Argentina (2006), Argentina (2010) y Holanda (2014).

Es verdad que el aficionado mexicano está cansado y hasta ‘fastidiado’ de siempre quedar eliminado en el mismo punto, aunque sea compitiendo por el marcador, ofreciendo una digna actuación y, a veces, siendo mejor que el rival que te eliminó. El aficionado quiere y exige casi como una obsesión por el quinto juego, sin importarle cómo ocurran las cosas, o cómo sea el futbol que le dé el pase a la Selección Mexicana.

Irónicamente, esa condición, de alguna u otra manera, le ha dado una forma de esperanza a una selección que en la era actual no ha podido trascender ni convencer con su nivel futbolístico.

Hay un mensaje confuso que señala que aun sin estilo, en medio de la confusión e incluso el caos futbolístico, esta Selección Mexicana debe basarse en los resultados, algo que en lo personal me parece totalmente extraviado y equivocado, mientras mejor juegues al futbol, más cerca estarás de conseguir el resultado.

Por otra parte, hay quien se desvía casi por completo del rumbo.

No faltará algún ‘mal pensando’, llámele ‘maquiavélico’ o hasta ‘chiflado’ que afirme que la FIFA arregló todo para que la mañana del lunes 2 de julio —sólo horas después de una de las elecciones más importantes en la historia de México— apareciera un México-Brasil en el horizonte para ‘robar’ la atención de lo que pasó o hasta de lo que pudo haber pasado el día anterior en las urnas.

Yo no he llegado, todavía, a tal grado de perspicacia, pero sé que en la política y en el futbol todo se vale…

Lo cierto es que al Mundial no vas a especular ni a esperar las situaciones más dóciles o accesibles. Al Mundial vas a competir contra los mejores y si no quieres o no puedes hacerlo, es mejor que te quedes en casa con tus ‘miedos’.

México vive obsesionado por un quinto partido que, hoy, parece lejano y poco probable. Pero este es un juego de futbol, donde además de un nivel de juego —que sigue siendo lo más importante—, se involucran emociones y situaciones que pueden cambiar el rumbo y las consecuencias de las cosas.

La mejor obsesión es la que hemos guardado durante casi 100 años de asistir a los Mundiales: la de jugar mejor al futbol. Si nos obsesionamos con eso, seguro que llegaremos lejos, incluso, al añorado quinto partido...

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