Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

No te rindas, Jorge

2019-05-17 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Aún recuerdo muy bien aquella noche de octubre con la luna llena y el bochorno sobre la Calzada Independencia. Por los vidrios polarizados de la Porsche Cayenne se apreciaba a un nutrido grupo de aficionados que, mientras avanzaban tomando parte de las calles, evocaban cánticos y ondeaban sus banderas rojiblancas. "¡Chivas, Chivas, Chivas!" y en seguida una detonación acompañada de humo y de fuego. El sonido penetraba y provocaba un estruendo sobre los edificios que rodean al Estadio Jalisco.

"Esto fue lo que yo recién compré", me dijo evocando una sonrisa. "No es un simple equipo de futbol. Es una tradición, arraigada a nuestra cultura que va más allá de la cancha de juego".

Jorge Vergara iba acompañado de sus hijos. Me parece que Amaury, el hoy presidente del club, estaba ahí, no puedo asegurarlo. Estábamos realizando un reportaje de color para TV Azteca sobre el primer juego de las Chivas bajo la administración del nuevo y emprendedor empresario. Ese mismo hombre que unas semanas antes había irrumpido en la Asamblea del Club Guadalajara AC para convencer a los indecisos socios, pagarles por sus acciones y hacerse del club. El visionario que era capaz de ver lo que nadie alcanzaba a ver en Chivas y en el futbol mexicano. Era -y debe ser- el personaje, fuera de la cancha, más importante en la historia del club.

Es verdad que en el tiempo, desgaste y las presiones le llevaron a cometer errores y a herir muchas susceptibilidades o quizá a rodearse de las personas menos adecuadas, pero Vergara tropezaba, caía, se limpiaba los manos y volvía con más ahínco y deseos que nunca. Buscó darle a Chivas un aire fresco, distinto, dinámico, europeo -porque siempre entendió que el mejor futbol estaba en otras latitudes y que él podía o debía adaptarlo a idiosincrasia del mexicano-. Y trajo a Cruyff porque soñaba con que sus Chivas jugaran bajo el ideal del gran maestro holandés.

Chivas creció más que nunca en estructura, infraestructura, tuvo un nuevo estadio -bello, cómodo y funcional- y revolucionó su marca para obtener los mayores beneficios que jamás haya devengado un club de futbol en México y en Estados Unidos por derechos de televisión, patrocinios y camiseta. A nadie se puede engañar. Chivas siempre fuer algo grande, pero montado sobre una base muy pobre y ambigua. Los socios, el viejo club de Colomos, la cancha Tolán y párele de contar.

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Luego, comprendió que la llama de la pasión era lo más sagrado que tiene Chivas y la alimentaba como un 'maestro', provocando enconos, duelos y Clásicos. ¿Quién acaso no recuerda los días de los panfletos, de los mensajes en las redes sociales que servían para 'calentar' las batallas futbolísticas?

Cruzaba apuestas, advertía, se engallaba y hacia el trabajo de motivación que le correspondía al entrenador. "Vamos a ser campeones", repetía con insistencia. Todo ello proviene de una mente avanzada, de una inteligencia superior para exponer y vender un producto.

Vergara se encargó de llevar a Chivas a la modernidad que requería para los nuevos tiempos. Las Chivas del siglo XXI sólo eran concebidas bajo los sueños desafiantes de un hombre que había comenzado a soñar desde un puesto callejero de carnitas en Guadalajara hasta fundar un emporio y un modelo de la venta piramidal llamado Omnilife.

Irónicamente, hoy, Jorge Vergara y las Chivas necesitan exactamente de lo mismo: una esperanza, una esperanza la cual aferrarse para seguir luchando. No podría decir, con exactitud, quién necesita más a quién en este momento, pero también está claro que la vida de uno depende de la del otro. No veo a Chivas sin Jorge Vergara y no veo a Jorge Vergara sin las Chivas.

El futuro de Chivas sigue llamándose Amaury Vergara, su hijo, es un tipo preparado. Seguramente, ha heredado parte de esa personalidad y ha aprendido los secretos que se requieren para ser exitoso en las empresas. Conducir a Chivas no es, de ninguna manera, una tarea sencilla. No es una compañía con empleados y con ganancias o pérdidas. Ser el presidente de Chivas implica una gran responsabilidad social. Jorge, su padre, lo entendió desde aquella misma noche donde apareció en el Jalisco. Ser presidente de Chivas significa conducir a una parte de la cultura mexicana.

No sé, ni me interesa averiguar o especular sobre cuál es el estado de salud de Vergara. Esa parte es muy personal y debe estar reservada. Lo que sí me gustaría decirle a Jorge es que Chivas lo necesita más que nunca y que en su recuperación también está implícita la recuperación de Chivas y que gran parte de su legado en el club, en la vida empresarial, en el futbol tiene que ver con lucha y con sueños. No te rindas, Jorge. Te necesitamos, Chivas necesita de tu espíritu y de tu convicción. Sólo así habrá esperanza.

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