La incomodidad del América

Temprano, la Liguilla dibujará un drama: un América que no tiene concesión de fracasar y un Pumas que conoce la gloria de eliminar  a su odiado rival.

Y tengo la ligera sospecha de que para el América no es nada cómodo comenzar la llamada Fiesta Grande en el Estadio Olímpico Universitario.

Como ande este Pumas, en ‘buena forma’, con lo que llegó a mostrar en ciertos parajes del inicio del campeonato o aun en un modo incierto, como el que enseñó hasta el último minuto del campeonato, puede terminar complicándole la existencia al América. La combinación (el América vs Pumas) en cualquier estado, bajo cualquier tipo de condición, es un partido especial, de donde se puede producir un resultado inesperado.

Lo sabe Miguel Herrera que, estoy casi seguro, habría preferido jugar en Tijuana el miércoles que hacerlo en el Olímpico Universitario.

Pero antes de analizar las bondades y los defectos de Pumas, concentrémonos en lo que este América prometió y al final hizo en el torneo. Jamás alcanzó una regularidad o una manera contundente que nos permita colocarle como el gran candidato a ganar el título. El América es siempre un serio aspirante, pero eso ocurre desde el momento mismo en que el balón rueda en el campeonato.

Hacia el final de la fase regular, no quedó despejado si el equipo tiene ideas claras, profundidad y acoplamiento absoluto en el campo de juego. Digamos que desde Coapa se desprendían más dudas que certezas. El América y sus aficionados siguen esperando más de jugadores como Jérémy Ménez, Cecilio Domínguez, Andrés Ibargüen y Renato Ibarra. La producción ofensiva recayó en Oribe Peralta, que tampoco ha tenido una gran temporada.

La base de este América, sublíder del campeonato, es un orden defensivo que le permite organizarse desde abajo. Cuando el balón pasa del mediocampo, el América se transforma en un equipo más vulgar que fino y efectivo.

En descargo del América, es un club hecho para las Liguillas. Nadie parece disfrutarlas y entenderlas tanto como él. Juega a más pulsaciones que los demás y aprovecha la pasión que genera para colocarla como un escudo pasional ante los rivales. El problema es que esa aparente superioridad puede mitigarse ante la presencia de un ‘Derby’, cargado de historia, de encono y de uno de los duelos de camisetas más ferviente que existe en el futbol de México.

Si el América no garantiza nada, Pumas menos. Ha tenido altibajos durante todo el campeonato y terminó el domingo pidiendo el tiempo para lograr el boleto a la Liguilla. Pero Pumas también es un club de efectos pasionales, más cuando enfrenta a su histórico rival, al equipo que en El Pedregal les enseñan a los chicos que es el ‘enemigo’
y que hay que vencer sí o sí, bajo cualquier tipo de situación o presión.

Si Pumas es capaz de sacar eso del tipo de sangre de sus futbolistas, sobre todo a los que representan a su cantera, tendrá oportunidad de vencer a este dubitativo América.

Yo lo veo así: Pumas terminó sonriendo con su ingreso a la Liguilla. El América terminó serio porque debe enfrentar un Clásico. El América está obligado a ser campeón -más en un año donde su clásico rival, Chivas, levantó un trofeo- y Pumas parece tener mucho qué ganar y poco qué perder. Es un Clásico y al final, en esta clase de partidos, cualquier resultado es posible.