Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Chivas: entre la fe y la desesperación

2019-09-06 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Pedro Caixinha no llegó al lunes. Tomás Boy, sí, pero el miércoles los pocos aficionados congregados en el Estadio de Chivas para una intrascendente noche de Copa MX, lo recriminaban mientras en las redes sociales el hashtag #fueraboy se había convertido en una tendencia.

Las cosas en Chivas no andan bien. Aquella esperanza que se alcanzaba a dibujar o a perfilar en su futbol, ha desaparecido víctima de su propia inconsistencia. El Guadalajara, por momentos, no sabe o no muestra el avance que tendría que tener tras los meses de trabajo que ha acumulado Boy. A sus futbolistas, no hay nada qué reclamarles en cuanto a la entrega y solidaridad en el campo. Es un asunto de calidad, de ideas, de talento que no  ermina de fluir en jugadores que están muy por debajo de su mejor nivel deportivo.

Boy hace un esfuerzo y repite fecha a fecha que tiene a los elementos indicados, que no le falta nada ni nadie, que son los mejores mexicanos, que Briseño y Alanís son una gran pareja de centrales, que 'Chofis' será muy pronto la estrella que sus habilidades reclaman, que Pulido es mejor que JJ Macías, que lo de Brizuela es un asunto de confianza que se resolverá y que a Oribe Peralta no hay que medirlo por la cantidad de goles.

En ese galimatías están Boy y Chivas, abrazados a la fe, a la convicción de que el trabajo generará funcionamiento y que trabajo y funcionamiento son una fórmula infalible y perfecta para alcanzar el resultado. Así vive Chivas, así vive Boy o, mejor dicho, así sobrevive.

La semana pasada, en Verde Valle, un entrenamiento terminó siendo malo. "Nada nos salía", cuenta Boy y enseguida agrega: "Y entonces me salió lo Boy". Los jugadores se fueron a las duchas y luego a sus casas y el entrenador reunió a su cuerpo técnico y salió, nuevamente, al campo. A esa hora de la tarde, los únicos que estaban en el club eran unos niños de categorías infantiles. Con ellos, el obsesivo Boy practicaba lo que minutos antes no pudo hacer el equipo.

Parecía una demostración para él mismo de que su sistema podía funcionar. Iba y venía desenfrenado, gritando, manoteando mientras los padres de los niños lo veían anonadados ante su sorprendente actuación.

El martes, un día antes del tropiezo en Copa ante el Correcaminos, lo entrevisté en Guadalajara. Busqué en Boy un rasgo de desesperación. No lo encontré o quizá será que, amparado en su gran experiencia, sabe esconder ciertos sentimientos. Me dijo que la meta era jugar mejor y competir por un lugar en la Liguilla, y que eso terminaría marcando su presente, su futuro y hasta su legado en Chivas.

Creo que la desesperación esta por llegar a Chivas. Su entrenador y algunos futbolistas como el caso de Oribe Peralta que no ha rendido lo que se esperaba de él, se refugian en la autocrítica y la experiencia. El problema principal radicará en cuanto esa desesperación escale hasta el dueño del club, entonces sí que habrá consecuencias.

Amaury se ha mantenido tranquilo, entendiendo que Chivas está en un proceso y que nadie tiene una "varita mágica" para resolver la situación. Pero la presión alrededor es poderosa y el hilo suele romperse por lo más delgado. El domingo juegan un amistoso ante América, un juego para hacer negocio. Boy me confiesa que Amaury le dijo: "Ten cuidado con ese juego". 

La Liguilla se ve cada vez más lejana para este equipo. Sería la quinta temporada consecutiva, una condición inaudita en un club de esta historia y abolengo, pero Chivas está sufriendo desde ya algún tiempo, mucho antes del comienzo de la era de Boy, porque no supo prepararse para los retos que el futbol mexicano avisaba y colocaba en su futuro inmediato.

Una globalización donde algunos equipos -demasiados para ser verdadinvierten grandes cantidades para fortalecer su plantel. A Chivas se le vino el mundo encima. No se preparó para ello, mientras el dueño, Jorge Vergara, afrontaba problemas personales y se tomaban decisiones equivocadas. Ello, insisto, no es responsabilidad de Boy y de los futbolistas actuales. Las consecuencias se están pagando.

Chivas vive de algo que caracteriza al mexicano y a su mexicanidad: la fe por un mejor futuro, pero empieza a demostrar algunos rasgos de desesperación que son más que peligrosos.

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