Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Azul profundo

2019-09-17 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Ni su historia ni su leyenda ni sus apasionados y fieles aficionados. Cruz Azul ha vuelto a ser, simplemente, Cruz Azul. Envuelto en una casi permanente lucha política, llena de intereses, un juego de poderes familiares donde demasiadas mentes y manos se meten en la administración del club de futbol. Cruz Azul ha desperdiciado al único hombre que pudo haber transformado su inercia negativa de las últimas décadas. Cruz Azul ha vuelto a hacer algo totalmente inadmisible para lo que representa y significa en el futbol de México...

Los 'viejos dinosaurios' se han despertado en Cruz Azul y nada pinta bien. En una semana se fue Pedro Caixinha y algunos días más tarde fue Ricardo Peláez, este último, quizá, la esperanza final de generar una transformación en las formas, en las maneras y hasta en los vicios con los cuales se administra al popular e histórico club de futbol.

Los temas políticos —llenos siempre de intereses— en la cooperativa llegaron hasta el equipo o, tal vez, nunca se habían ido. Y en el escenario penoso y decadente de este Cruz Azul, volvieron a aparecer personajes que suponían haberse quedado en la prehistoria celeste: Víctor Garcés y Alfredo Álvarez, el cuñado y el hermano de Guillermo Álvarez, el presidente de la Cooperativa y del club, se han robado el protagonismo.

Ambos parecían estar cobrándose un favor político que hace dos semanas tenía a Billy sentenciado, fuera de su puesto y de la empresa. Fueron Garcés y Alfredo Álvarez quienes, prácticamente, reinstalaron a Billy. Ahora se han cobrado ese servicio tomando el control del equipo de futbol.

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Pero en lo deportivo —futbolístico— que es lo que debe importarnos, Cruz Azul ha tirado a la basura la idea de una transformación, donde el rostro visible era el de Peláez y sus decisiones de cancha. Una de ellas, la que en apariencia le pertenecía, la designación del nuevo entrenador, terminó por detonar la bomba.

Peláez no aceptó la imposición de Robert Dante Siboldi —presentado por Garcés y Alfredo Álvarez— y puso a disposición su renuncia que de inmediato le fue aceptada. Una verdadera pena para un director deportivo honesto, profesional y con garantía de resultados.

Siboldi es el menos culpable en este papelón o circo que se ha montado en Cruz Azul. Es un entrenador joven, con un campeonato ganado en Santos y que tras una intempestiva salida, decidió aceptar el trabajo de dirigir al Veracruz donde, obviamente, no lo fue nada bien.

Fue portero de Cruz Azul. Conoce la institución y sabe qué tipo de tejes y manejes se hacen en su interior. Para él es una magnífica oportunidad. Dirigir a uno de los planteles más completos y caros del futbol mexicano. El propio Garcés le recordaba a Peláez que habían invertido 80 millones de dólares en su consecución.

Cruz Azul es Cruz Azul. Billy ha sido superado en una batalla familiar mezclada por poderosos intereses económicos y políticos de la cementera. Han desperdiciado a Peláez, un tipo con virtudes y defectos, pero honesto, decente, profesional y que parecía encaminado a lograr los resultados.

Cruz Azul ha vuelto a su particular estilo que explica con vehemencia lo que ha ocurrido en la cancha en las últimas tres décadas. Es una pena, porque su afición, su historia, su leyenda, no lo merecen.

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