Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

A Cruz Azul lo 'aplasta' el Cruz Azul

2019-11-12 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Tuvieron que pasar 22 años para entender lo que realmente ha sucedido en Cruz Azul. Y es simple: a Cruz Azul lo ha vuelto a 'eliminar' y a “aplastar” el propio Cruz Azul. Cruz Azul juega contra un equipo “invencible” e “implacable” conformado por Billy, Alfredo y Garcés.

Esta vez ni siquiera fue necesaria la intervención del América —al que superó 5-2 en lo que supone ser su gran proeza de la temporada— ni tampoco una poderosa competencia que lo haya dejado fuera del camino. Fue Cruz Azul que, desde su interior, propagó el caos. Fue su desorden —por no llamarle 'desmadre administrativo'— el que terminó generando tal desconcierto que la cancha y los futbolistas se contagiaron.

Ni el equipo de Caixinha ni el de Siboldi pudieron ante el de Billy, Alfredo y Garcés, quienes encontraron la vía perfecta para trasladar la incertidumbre de la cooperativa —que es, por cierto, asunto de ellos y de los cooperativistas— hasta el club de futbol. Y el resultado está otra vez ahí: uno de los equipos más tradicionales y emblemáticos en la historia del futbol mexicano sumido en la mediocridad y en la oscuridad total.

Y ello nos conduce, irremediablemente, a otra pregunta: ¿Sigue siendo Cruz Azul, en medio de este prologando e interminable ayuno, uno de los llamados 'Grandes' del futbol mexicano? Hasta ahora, las cifras de popularidad seguían siendo su mejor defensa.

Incluso, en 'la sequía' de más de dos décadas, parecía existir tiempo y espacio para el florecimiento de nuevos aficionados azules. Sigue siendo, sin embargo, toda una contradicción que un llamado 'Grande' se aleje tanto del protagonismo que le corresponde.

Cruz Azul no puede seguir llamándose así cuando se ha alejado de sus preceptos más sagrados: levantar trofeos, protagonizar Finales, mostrarles la gloria a sus aficionados.

Cruz Azul es el mejor ejemplo del desperdicio. Desperdicio de un club, de una afición, de una empresa que ha invertido grandes cantidades en el juego. ¿Y todo para qué? Si cuando se requiere orden, inteligencia, disciplina, aparece y reina la anarquía, la lucha por los poderes, los golpes bajo la mesa, las mentiras, las traiciones, las indecisiones. Lo que dice Billy, lo que promete Garcés y hasta lo que calla Alfredo.

Parecía, de pronto, que había voluntad y espacio para un 'nuevo amanecer' en La Noria. La traición se ocupó de Ricardo Peláez, quien al final estorbaba a los intereses del poder y de los manejos turbios. Peláez fue 'eliminado', al igual que una esperanza de cambio que nunca llegó.

Puede que la misma interrogante valga en los nombres de otros clubes que el futbol mexicano conoce y reconoce como 'Grandes' a lo largo de su historia. Pero ni siquiera Chivas y Pumas, con todos y sus grandes rezagos, ausencias, problemas complejos, han faltado tanto al compromiso de su 'grandeza'.

Además, en beneficio de ellos, habrá que decir que lo hacen basados en su propia filosofía y entendiendo que los cambios que ha sufrido la Liga —en favorecimiento del futbolista extranjero y en detrimento del mexicano— no les ha beneficiado.

Aun así, Pumas intenta ser Pumas siempre y Chivas 'pelea' en la peor parte de su historia deportiva. El problema con Cruz Azul es que, teniéndolo todo, no tiene nada. Veintidós años después, está claro, muy claro lo que le pasa a Cruz Azul. Su peor rival está en la propia estructura del club. Billy, Alfredo y Garcés juegan contra ellos. Y no hay forma de vencerles.

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