Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Muñeco diabólico

2017-11-13 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
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Lo de Bruselas fue una muestra importante por parte de Hirving Lozano, un jugador que hasta ese día en Selección funcionaba mucho mejor de cambio que como titular. Está claro que una sola exhibición de semejante calibre y contra una selección top no debería ser parámetro para dictaminar con fiereza que el elemento surgido del Pachuca debe ser siempre un fijo de la alineación; sin embargo, él es quien empieza a mostrar el camino de la madurez futbolística que está adquiriendo en la Primera División holandesa.

Si bien ya era llamativa su tremenda injerencia semanal con el PSV, varios todavía deseábamos mantener un poco la calma por aquello de su edad y la reciente llegada a la Eredivisie; el asunto es que las características de Lozano no abundan mucho en el balompié azteca y si es manejado con templanza, estamos en presencia de un jugador con valor incalculable.

Porque su juego no es dependiente de nadie, al contrario, él es su propio arquitecto y organizador.

Un tipo con arranque en corto letal, aunado a una facilidad destacada para el desborde en el uno a uno.

Un chico que en Holanda se ha soltado el pelo disparando a puerta de media y larga distancia, un futbolista que de a poco va mejorando la toma de decisiones en los últimos 20 metros de la cancha, una de sus falencias cuando jugaba en la Liga MX.

Demasiado joven para que el equipo recaiga únicamente en su habilidad individual y mucho menos en un Mundial, pero sin duda se está transformando en una llave maestra para tratar de abrir algún juego en extremis.

Siete goles en 23 partidos vestido de verde, la mayoría llegando desde la banca, son una barbaridad, sobre todo para un jugador que no es centro delantero.

Ver jugar a Lozano con valentía, arrojo, desparpajo y hasta con ciertos rasgos de inconsciencia, sin observar camisetas rivales y escenarios de peso, emociona.

Ojalá que siga así y que sepa rodearse de gente que lo guíe para que en un futuro no muy lejano él comande la bandera post ‘generación dorada’, la cual hasta el momento sólo ha sido una cofradía de amigos sin rigor entre ellos y mucho menos con resultados de alta gama en torneos importantes.

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