Entre pena y rezos

Con lo que invirtió Guadalajara para este semestre resulta hilarante que su mente maestra, Ricardo Peláez, termine rezando y pidiendo favores celestiales para avanzar contra un equipo del Ascenso que, para colmo, maneja adeudos con sus jugadores como lo es hoy Dorados.

Se sabía que ante el primer tropiezo fuerte por parte del Rebaño, la opinión pública haría responsable, primero a Luis Fernando Tena, hombre resistido por muchos en el entorno de Chivas y, posteriormente, a Peláez, quien como cabeza visible de este proyecto deberá dar explicaciones amplias por lo sucedido en Octavos de Final de un torneo de segunda línea y sobre todo se verá con la tremenda necesidad de apretar su panorama deportivo buscando trascender dentro de una competencia como es la Liga, en donde ganarla suena más a una utopía.

Luis Fernando, de inmediato, como suele hacerlo cuando pierde, ofrece disculpas a la gente y acepta que serán criticados, tratando de enfriar el resultado o de anticipar la conocida respuesta de un público que hoy más que nunca se ilusionó con ganarlo todo y que cayó en la amarga sorpresa de ser eliminado muy temprano en un torneo“ bálsamo” que tranquiliza pulsaciones, pero que ahora tuvo un efecto búmeran. Porque supuestamente a nadie le “importa” el torneo de Copa, hasta que lo eliminan.

Esto apenas empieza y Guadalajara ya tiene que convivir con un fracaso, no suena nada bien para un club con tantos pergaminos encima y que se supone, en el papel, construyó un equipo a billetazos tratando de imitar a los dos equipos de Nuevo León que han puesto la muestra desde hace rato.

Se vienen días turbios para Chivas hasta que la continuidad de resultados combinados con forma y fondo, si es que llegan, comiencen a diluir el trago tan amargo recibido en Culiacán la noche del martes. Peláez quizá de todo esto aprendió algo, que la fe podrá mover montañas, pero no gana tanda de penaltis.

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