Opinión

Carlos Ponce de León

Director de Marca, experto en futbol nacional e internacional. En su columna tendrás un análisis veraz y oportuno.

Su épica nos renueva

2018-07-12 | Carlos Ponce de León
CARLOS PONCE DE LEóN
Comparte en:
Contenido Patrocinado

Rusia 2018 ha renovado nuestra capacidad de asombro futbolero. Con el deporte profesional asfixiado con explicaciones científicas para alcanzar el éxito, surgen historias en este Mundial para comprobarnos que la solución que emana del corazón, del coraje, no ha caducado. La selección local enarboló esa bandera, hasta que se topó con el representante que dio el golpe definitivo a favor del orgullo como herramienta de conquista: Croacia.

La selección balcánica no es un ejemplo del triunfo de un magnífico proyecto deportivo, cimentado con miles de teorías sobre la administración del deporte, sino del pundonor de una generación que ha emergido fortalecida de un conflicto bélico para dar una lección al mundo.

Croacia es una prueba del valor que tiene el coraje cuando se combina con talento. Ha escrito una epopeya inédita. No importa si derrotan en la Final a Francia y su legión juvenil, esta hazaña será recordada por décadas. Relato maravilloso, cimentado con futbol vigoroso, rudo, seguro y efectivo, pero sobre todo valiente, emanado de un grupo de futbolistas que se forjaron entre las balas de una guerra cruel, que inició con un partido.

El juego entre el Estrella Roja de Belgrado y el Dínamo de Zagreb del 13 de mayo 1990, comenzó la lucha por una frágil Yugoslavia que se fragmentaba. Era el club popular del país ante el que los independentistas eligieron como insignia. La tensión social derivó en una batalla campal en el Estadio Maksimir de Zagreb. Miles de heridos y ríos de sangre. Serbios y croatas iniciaron así la guerra, con un balón como pretexto.

Zvonimir Boban, estrella del Dínamo, golpeó en el campo a un oficial yugoslavo que había agredido a un hincha croata, imagen que significó el inicio de un conflicto que estalló formalmente en 1991: La Guerra de los Balcanes, periodo que forjó a varios niños, que se hicieron adultos tras la transformación de un país y que hoy integran la selección de Croacia.

En 1991, la desintegración de la antigua Yugoslavia inició las guerras de Serbia contra Croacia, Bosnia y Kosovo. La actual selección croata promedia 27.5 años de edad, nació justo en el inicio del conflicto. En agosto de 1995 las armas callaron, pero el periodo postguerra fue lento y cruel. Aquellos chicos lo vivieron. Hoy lo muestran en su carácter.

Croacia es el más pequeño en alcanzar una Final de Copa del Mundo desde la gesta de Uruguay, que tras ser campeón en JO, organizó el primer Mundial de FIFA en 1930 y lo conquistó. Repitió en Brasil, en 1950. Pasaron 68 años para que otro chico mostrara un corazón tan grande.

No se trata de si te derriban, se trata de si te levantas, decía el legendario entrenador Vince Lombardi. Los croatas se han levantado una y otra vez. Como su selección, a la que llaman Vatreni, o ‘Llenos de fuego’, una muestra de que el coraje sigue siendo valioso en el futbol moderno.

Contenido Patrocinado