Opinión

Carlos Ponce de León

Director de Marca, experto en futbol nacional e internacional. En su columna tendrás un análisis veraz y oportuno.

Sinvergüenza

2020-09-21 | Carlos Ponce de León
CARLOS PONCE DE LEóN
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No podía creer lo que me decían al teléfono: “Oribe se va a Chivas”. Era una de las fuentes de nuestro futbol a la que más confianza le tengo. Conoce bien a Peralta y se enteró del arreglo. No le creí. Era domingo, estaba en comida familiar y puse el hipotético tema en la mesa. La respuesta fue unánime, de americanistas y de Chivahermanos: Jamás. Imposible. Nunca aceptaría eso. La dejé pasar y me di una de las grandes arrepentidas de mi vida profesional.

Al día siguiente, comenzó como rumor en Twitter. Oribe está cerca de Chivas. En cuanto lo leí en una cuenta de poca credibilidad, dudé de mi decisión de no hacer caso a la fuente que me lo había adelantado. Volví a preguntar. Era verdad. Inmediatamente convoqué a junta editorial para lanzar la noticia: Oribe será de Chivas. Pero como sucede en la era de la inmediatez digital, el trascendido ya se había convertido en certeza gracias al morbo de ver enfundado a un icónico delantero de las Águilas con las rayas rojas y blancas del Rebaño. Y no tardó en hacerse oficial. Aún no lo podía creer. Inaudito. ¿Quién se atrevería a aceptar a un jugador del eterno rival? ¿Por qué se iría Peralta? Después entendimos que fue una jugada del genio de José Luis Higuera y todo lo que hizo por debajo de la mesa.

En el verano de 2019 inició la aventura del Cepillo con el equipo tapatío, un camino desafortunado, sin gloria ni goles, pero sí con muchas interrogantes y crítica. Un año después, en el Clásico Nacional, Peralta regaló al mundo la imagen definitiva, incongruente para un perdedor del gran duelo de nuestro futbol: riéndose con americanistas tras ser derrotado en la cancha del Estadio Azteca, intercambiando playera. Como si nada. Exhibió ante la afición lo que en realidad le importó el resultado del partido. Sin pena.

Y lo hizo peor aún: Oribe intentó justificar sus risas después en redes sociales utilizando mensajes brillantes, pero huecos, espejitos con palabras rimbombantes, pero carentes de autenticidad, conceptos que nada tienen que ver con la vergüenza deportiva del derrotado. Tocó fondo.

Está de más, Oribe
Peralta, vale la pena que escuches a los aficionados rojiblancos molestos por tu insensatez para que te des cuenta de lo que significa para el Guadalajara perder contra el América. Para que tengas una pequeña idea al menos, porque está claro que no lo sabes. Te lo aseguro: no existe alguno que pueda justificar tus risas con los rivales tras caer.

Tienes un gran desafío, porque no eres sólo tú cuando portas las rayas rojas y blancas, sino que eres la representación de un colectivo enorme, el más popular. No eres sólo Oribe Peralta, sino más de 40 millones de aficionados decepcionados por caer en el único partido que está prohibido. No seas egoísta. El escudo que portas cerca del corazón no está ahí por casualidad. Compórtate a la altura de esos colores, sé un embajador digno. O no seas más su jugador.

Chivas no merecía que llegaras. No había necesidad de invertir tanto en un futbolista que venía del eterno rival. Pero fue uno de los últimos cuchillos que le clavó Higuera al Rebaño. Intentó justificar tu llegada por todos lados, pero fue un fracaso en lo deportivo, en lo financiero y en marketing. Uno de los grandes ridículos en la historia futbolera. Genio. Pero ya está. Hay que cumplir tu contrato.

Deben aprovechar lo poco que puedes dejar. En la entrevista que le hice a Vucetich recién llegó como técnico tapatío, lo único que pudo destacar claramente de tu estancia en Chivas es el aporte que como veterano le podrías hacer a José Juan Macías, un chico con enorme potencial que aprendería de uno de los delanteros mexicanos más prolíficos de este siglo. Ironía de la vida, hoy JJ está extraviado. Otra virtud tuya en el vestidor rojiblanco debería ser el liderazgo. Pero entiendo que no te ven así, antes están otros que a pesar de no ser de cantera, han mostrado mayor empatía con lo que significa el Guadalajara.

Estás confundido, Oribe: “Así como la afición defiendo con todo el honor la grandeza de Chivas”. Hechos, no palabras; si la comprendieras ni siquiera te habrías atrevido a justificarte. “Represento sus valores ante colegas de profesión y amigos de vida”. Nadie te pide que no tengas amigos en el Nido, ¡pero no se lo restriegues a los Chivahermanos en plena cancha tras perder y con una sonrisa! “Especialmente en un contexto de distanciamiento social”. ¿En serio, no viste que no traían ni cubre bocas y había abrazos y palmadas?

“El duelo deportivo termina cuando silba el árbitro”. Sí, así son las reglas. Pero lo que no entendiste es que el enfrentamiento deportivo entre Chivas y América mide más que una cancha de futbol y pasa de 90 minutos. Es mucho más que eso. Mucho. Y eso, si a tus 36 años aún no lo has comprendido, dudo mucho que en lo que le queda a tu carrera profesional lo logres. Es momento de dar un paso al costado. Es momento de dejarle el lugar a un rojiblanco que anhele imitar tus goles, pero que comprenda lo que significa portar la playera del Club Guadalajara, especialmente cuando enfrenta al América.

SE TENÍA QUE DECIR...
Es lamentable ver cómo Arturo Brizio necesita de su hermano Eduardo y de la maquinaria de Televisa para tratar de justificar una jugada que el resto de expertos arbitrales ya explicaron que estuvo mal sancionada, como la del penalti de Cruz Azul ante Mazatlán. Nuestros silbantes están sumergidos en la mediocridad y su jefe los apapacha como si nada. Ojalá que De Luisa preste verdadera atención a lo que sucede para tomar las decisiones que se necesitan.
Y SE DIJO.

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